En Teodelina un pequeño Messina motivado por Don Ramón, su padre, empezó a familiarizarse con este deporte en el frontón del pueblo. A la hora de la siesta aprovechaba con sus amigos para ir a jugar, siempre y cuando la policía no los llevará detenidos. "Nos hacían baldear la comisaría, limpiar y después nos largaban. Ha habido tardes que me han llevao (sic) hasta 3 veces", recordaba en una de sus últimas entrevistas quien fue el mayor de 5 hermanos de una familia muy pobre y que vivía en una casa de un ambiente.
A los 12 se ganó el apodo de Manco que lo marcó para siempre. Trabajando en el campo con su hermano (estancia Santa Juana) recibió el golpe de un caballo y se fracturó el brazo izquierdo. Como no había yeso se lo entablillaron con tablitas de dulce de membrillo y le recomendaron que lo tuviera quieto. Messina no hizo caso a la advertencia y se le formó un sobrehueso. En el mejor momento de la carrera se solía decir que "era tan manco como Gardel mudo".
Un año más tarde comenzó el periplo por distintas localidades bonaerenses. Partió del pago natal con la idea de encontrar alguna cosecha para conseguir un peso extra. Mientras viajaba se paraba en cuanto frontón se le topaba en el camino y desafiaba al crédito local. La primera parada fue Coronel Suárez y gracias a las apuestas ganó 20 pesos. Pigüe, Bahía Blanca, General Pringles o Lamdrid, fueron algunos de los puntos que vieron al Manco, que era derecho pero que para jugar tenía una zurda endemoniada. No tenía estudios básicos, pero compensaba su ignorancia con mucha viveza y picardía.
La idea era presentarse ante la estrella local en lugares alejados de Teodelina, con lo cual los apostadores no lo conocían e iban con todo el dinero al jugador del pueblo. Seguramente más de uno se llevó una ingrata sorpresa cuando este ignoto joven destrozaba a su jugador predilecto. Así se fueron gestando infinidad de mitos en torno a su figura. Se cuenta que varias veces cansaba a su oponente con la derecha, cuando este no daba más, lo liquidaba con la izquierda.
En Colón
En una ocasión, por insistencia de su padre, desafió al invicto de Colón Cabeza Papaolo. Ante 800 personas el Manco perdía 11-1 e intempestivamente su progenitor ingresó a la cancha gritando "sinvergüenza, arruinaste a todo un pueblo". "Papá, vea que el partido va por 11 y es a 30", contestó con tranquilidad su hijo. Ganó 30-23 y ese día recaudó 3.800 pesos. El Manco no tenía inconvenientes de desafiar a cualquiera. Mientras él se fuera con plata ("yo por nada no juego", solía decir) en el bolsillo no ponía trabas. El rival podía ser alguien sacado de una de las pulperías de mala muerte que frecuentaba o un campeón del mundo.
Esto último ocurrió en 1958 cuando enfrentó junto al Negro Cacho Acevedo, su compañero de ruta, a Armando Olite/Juan Andrade, recientes ganadores del mundial en dobles, que hicieron todo lo posible para evitar enfrentarlo. Finalmente cedieron a la presión. Perdieron 30-27 y la leyenda dice que prácticamente fue Messina contra Olite/Andrade. Otra anécdota ocurrió en el Club Gutemberg de La Plata. Aquella vez El Manco, que oficialmente sólo registra una participación en el Campeonato Argentino de 1971, se impuso en un duelo después de tomarse 8 medidas de whisky con tónica.
Messina era fanático de los perfumes caros y, sobre todo, del oro. "Un día fuimos a Rosario. Pasamos por una joyería y ve en la vidriera un mate muy grande de plata con una bombilla de plata cuya punta era de oro. Entró a la joyería y preguntó cuánto salía. Le dijeron un platal, que sé yo cuánto era. 'Si ganó esta noche vengo mañana y lo compro', dijo. Fuimos al Club Gimnasia y Esgrima, ganamos los dos partidos y al otro día fue y lo compró", recuerda Juan Carlos Salamín Medici, eximio jugador contemporáneo al Manco. "¿Ha ganado mucha plata?", le preguntaron ya jubilado. "¡Fortunas!"-exclamó- Ahora no tengo nada. La tiré ¡Y si nunca trabaje!". A sí mismo se calificaba como un "vago".
"Yo no fui campeón mundial porque a mi no me mandaron porque yo soy radical y en aquel tiempo estaba Perón. Yo era una paisano mal llevao (sic), no me dejaba manosear por esos cara sucia, y de yapa, era radical; tenía todas las contras. Pero, ¿qué les ganaba? ¡Les robaba! Pero no me mandaban ¿Viste vos, cómo es la vida?", contó Messina sobre la experiencia fallida dentro de la selección argentina.
El favoritismo hacía UCR jamás fue un secreto, inclusive en épocas en las cuales el peronismo estaba en el apogeo. En una de las tantas noches de borrachera el Manco gritó "viva el partido radical". "Yo soy peronista y ha mucha honra", le retrucó un panadero que lo escuchó. Messina no dudó en sacar su escopeta Smith and Wesson, apuntó al techo y disparó. Fin de la discusión. Esa no fue la única vez, por lo menos que se tenga constancia, que usó un arma, la que solía llevar escondida debajo de un poncho. Por cuestiones reglamentarias a último momento fue suspendido para participar en un Campeonato Argentino y se le aplicó una sanción de 99 años. Furioso cuando le informaron la pena desenfundó una Colt Caballito calibre 32 y apretó el gatillo. Por suerte otra vez las balas dieron contra el techo. "Me preocupa, más que jugar campeonatos oficiales, el hecho que me hayan confundido con un elefante ¿Qué significativo tiene suspenderme tantos años?", expresó.
Esa fue la última vez que el Manco, que vivió en Chascomús, en donde entabló una relación amistosa con Raúl Alfonsín, al que tenía como vecino, se vinculó con una competencia oficial. Volvió a su habitad natural: la ruta, el boliche de baja calaña y el frontón de algún pueblo perdido. Murió el 11 de mayo de 2005 sin nada, en silencio y olvidado, aunque jamás se arrepintió de lo que había vivido. En los lugares por donde pasó dejó su sello y todavía algunos que peinan canas entre mate y mate en la plaza recuerdan los infinitos mitos y leyendas que rodean a la figura de este personaje único e irrepetible.
El Manco de Teodelina Un 4 de abril del 30 En suelo santafesino Nacía un argentino Del cual se escuchan sus mentas Doña Elsa muy contenta Junto a don Ramón Mesina Le dieron a la Argentina Un ciudadano ejemplar Su primer hijito Oscar El manco de Teodelina Después tuvo 6 varones Y también una mujer Pero el manco llego a ser El más grande en los frontones Sus tremendas condiciones Recorrieron la Argentina Toda América Latina A nuestro país respeta Porque hablando de paleta Esta el manco de Teodelina En el 50 en Colon Llego con su bolso solo A jugarle a Papaolo Hombre de gran condición Todita la población Ve el triunfo que se avecina Marcelo que se empecina Y su esfuerzo no alcanzo Primera vez que perdió Contra el manco de Teodelina También el año 50 Lo tuvo por Marcos Paz Roberto Curto quizás Quería frenar sus mentas En Bolívar se comenta Que la balanza se inclina Este habla, aquel opina Que son monstruos del trinquete Pero 30 a 27 Gano el manco de Teodelina Algo que usted no lo sabe Y en verso se lo detallo A los campeones uruguayos Le jugo con González Chávez Empezó con toques suaves Se juega arriba se inclina Se conmueve la Argentina Por sus dotes naturales En 69 iguales Paro el manco de Teodelina 15 días UCA Larrea Un club de Montevideo De verlo tenía el deseo Oscar que su astucia emplea Es magistral su tarea En los saques los termina Y ninguno se imagina Que al jugar 2 contra 1 Gano 35 a 31 El manco de Teodelina 30 a 26 perdió Con un campeón del trinquete Fue aquel famoso Aarón Setter Que los saques le cedió Revés de zurda le exigió Por momentos lo domina La derrota se avecina En Chascomus fue la cancha Pero no le dio revancha Al manco de Teodelina Yo no pido un monumento Tampoco algún homenaje Simplemente mi mensaje Me brota del sentimiento Por desparramar talento En las canchas argentinas Por el gran Oscar Mesina Ganador del plata al ande El más grande entre los grandes El manco de Teodelina (F. Historia de Teodelina)
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