Según su experiencia los investigadores elegidos por el ancho de ala de nariz y no por su sapiencia, deberían haber cerrado la puerta del lugar de expansión diurna, vespertina y nocturna y de esta forma el autor hubiese quedado adentro del predio, y el "chorreo" se hubiera resuelto en no más de dos horas.
Es que con el correr de la investigación hay más sospechosos que gente y si se hace un cotejo de ADN puede aparecer algún "engendro" no catalogado.
Ahora el propietario del bar mandó a enrejar tipo pulpería antigua, pero el peligro sigue vigente porque existen varios que tienen la mano muy larga y están habituados a meterla en la lata de los pickles...
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