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26/01/2012
Medios y comunicación

¿Quién va a escuchar la radio de los wichís?


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Por Pascual Calicchio, Docente de Políticas y Planificación de la Comunicación, UBA.UCES. Hace algunos días Jorge Lanata dijo al diario La Nación: "Esta boludez de 'hagamos la radio de los wichís', ¿quién carajo va a escuchar la radio de los wichís? Y lo que es peor, ¿quién va a poner avisos en la radio de los wichís? ¿Y cómo les van a pagar el sueldo a los operadores?"....


En medio de otras declaraciones polémicas esto quedó en un segundo
plano para los grandes medios.


Más allá del etnocentrismo explícito de Lanata también nos
encontramos frente a una mirada unidireccional de las concepciones sobre la
comunicación que exceden a dicho periodista. Lanata, y muchos otros
comunicadores, no pueden pensar la comunicación bajo otra lógica que no sea
la del lucro. Para ellos la lógica es maximizar la llegada, sea para influir
políticamente en la población, sea para conseguir más anunciantes.


Pero resulta que los wichís (y cualquier otro pueblo originario)
quieren una radio para que la puedan escuchar los wichís, para rescatar su
cultura, para poder hablar en su idioma, no para tener rating entre los
"criollos". A la radio de los wichís no tienen por qué interesarle los
avisos comerciales; quizás estén más interesados en los avisos comunitarios
y sean esas mismas comunidades las que provean los operadores y les paguen,
o tal vez sean voluntarios.


Otra frecuencia


Esta mirada no es exclusiva de Lanata o los medios concentrados, y
no se da sólo sobre los pueblos originarios. También es la mirada de algunos
funcionarios, sobre todo los que vienen de alguna experiencia en el ex
Comfer, que expresan ideas similares a la hora de tratar con los medios de
organizaciones sociales, como cuenta Natalia Vinelli en el artículo "Siete
chicanas contra la televisión alternativa" publicado en la revista Revista
Documental para repensar el cine hoy. Es la experiencia que viven los
integrantes del Espacio Abierto de Televisoras Populares, Comunitarias y
Alternativas cuando intentan discutir los pliegos de las licencias.


Hay desconfianza y escepticismo en que otra comunicación sea
posible y se apuesta a una copia de lo viejo con línea propia.


Tuve la oportunidad de participar de la inauguración, en el paraje
Aucapán, a unos 60 km de Junín de los Andes, de la primera radio comunitaria
mapuche y conocer su experiencia. Para un extraño como yo era difícil saber
para quién transmitían, ya que el lugar parecía deshabitado. Pero ellos
sabían detrás de qué cerro, a la vuelta de qué río, había una comunidad o
una familia que tenía como único medio para comunicarse a la radio.


También pude participar en capacitaciones junto a la Red de
Comunicación Indígena en Jujuy. Ahí había debates, estrategias y se
capacitaban para hacer una radio mejor, siempre pensando en sus comunidades
y en su cultura, no en los números de Ibope.


Incluidos


Los pueblos originarios se incorporaron a la Coalición por una
Radiodifusión Democrática después de varias discusiones y con mucha
desconfianza, pero se fueron saldando debates y se pudo avanzar hasta
incorporar en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual distintos
puntos propuestos por ellos en foros y debates.


Matías Melillán, coordinador general a nivel nacional del equipo de
comunicación de pueblos originarios y representante en el Consejo Federal de
Comunicación Audiovisual me relató en una entrevista que le hice para mi
tesis: "Nosotros proponíamos que el ciento por ciento del espectro quedara
dividido en cuatro sectores, que no quedáramos nosotros dentro de los otros
tres, pero producto de que ya estaba avanzada la discusión y que íbamos a
entorpecer el trabajo que venían realizando aquellos compañeros que estaban
más involucrados fuimos discutiendo alternativas."


Así se fue avanzando hasta llegar a un acuerdo: "En la ley quedamos
reconocidos como públicas no estatales, en base al reconocimiento de la
preexistencia como nación y demás marco legal que hay en Argentina."


Los fines


Fue entonces un largo proceso, de trabajo, articulaciones, debates,
para que los wichís puedan tener su radio. Y son cientos los que esperan
poder escucharse en ella.


Quizá sea interesante aprovechar la pregunta de Lanata para ir más
allá: ¿Quién carajo va a escuchar la radio de los sindicatos, de las
organizaciones territoriales, de las iglesias, de las fábricas recuperadas,
quién va a pagar sus sueldos o ponerles un aviso? Es una pregunta que tienen
que hacerse todos aquellos que estén dispuestos a ocupar el 33 por ciento
del espectro que prevé la ley, pero teniendo como objetivo los que
establezcan sus compañeros y compañeras y no el minuto a minuto o los
auspiciantes.


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