Cambiar un celular por un modelo más nuevo, comprar un televisor más grande o renovar electrodomésticos es una práctica frecuente de esta época si el bolsillo lo permite. El aparato viejo, con suerte, será regalado a algún conocido o donado a alguna institución educativa que de algún modo lo pueda aprovechar. Pero si no, terminará en un basural o relleno sanitario a cielo abierto como destino final.
Cada año se producen en el país más 100 mil toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), lo que se traduce en casi seis kilos por habitante. De ese total, sólo el 2% se trata en alguna de las cinco plantas de reciclado que hay habilitadas por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable nacional.
"La problemática de los RAEE se da a nivel regional y global, no sólo en nuestro país, ya que los ciclos de vida de los aparatos son cada vez más cortos", explica en una entrevista con 7 Días, Leila Devia miembro del Programa de Medio Ambiente del INTI.
Tóxicos y perjudiciales
Estados Unidos es el principal productor de basura electrónica del mundo, con más de 3 millones de toneladas anuales, seguido por China, que en 2010 desechó 2,3 millones de toneladas, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). En América latina, en el último año, Brasil fue el líder en producción de desechos, con 368 mil toneladas, seguido por México con 300 mil toneladas.
Por su parte, Colombia y Costa Rica son los países del continente que ya tienen una ley que regule qué hacer con estos desechos, mientras que Chile, Brasil y Argentina lo están discutiendo en la actualidad.
"Los RAEE son la porción más tóxica de los residuos sólidos urbanos que se generan en las casas. Muchos de ellos están hechos con sustancias que al ser descartadas son potencialmente contaminantes para el ambiente y peligrosos para la salud", explica Yanina Rullo, coordinadora de la "Campaña Basura Electrónica" de Greenpeace.
Según esa organización, un celular puede contener entre 500 y mil compuestos diferentes: algunos metales pesados y, eventualmente, peligrosos como cadmio, mercurio y litio. Asimismo, posee otros valiosos que pueden ser recuperados como oro, plata, platino y cobre.
Cuestiones legales
En mayo de este año el Senado argentino aprobó la Ley de Basura Electrónica, presentada por primera vez en 2008 por Daniel Filmus (FpV). Hoy, el proyecto está en la comisión de Recursos Naturales de Diputados, a la espera de ser tratado. La normativa tiene como punto fundamental, la responsabilidad posconsumo del productor, es decir que el que debe hacerse cargo de qué hacer con un producto, es quien lo puso en el mercado.
Por otro lado, en dicho marco regulatorio, se busca la prohibición del uso de sustancias tóxicas, con el objetivo de que en el futuro sean libres de metales pesados. Y por último, que se planteen metas y marcos para garantizar que el flujo de residuos sea tratado.
"La ley busca formalizar el sistema de reciclaje que surgió ante la necesidad. Están habilitados, pero sin un marco que los agrupe y sin el desarrollo de una industria de reciclado que abarque todos los residuos que se producen", asegura Devia.
Dónde llevar las computadoras, pilas, electrodomésticos, televisores y artefactos de iluminación, entre otros desechos, que están en desuso, surge como una duda frecuente, ya que el sistema no está generalizado.
En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental realizó en los últimos años varias campañas puntuales de recolección de RAEE con puestos en plazas y espacios públicos.
En el conurbano, el municipio de Almirante Brown puso en marcha en 2009 un plan de recolección de estos desechos, con puntos de acopio en hipermercados y oficinas municipales. En el resto del país, los municipios de Mendoza, Chajarí, Rosario y Córdoba también dieron el paso hacia un mejor tratamiento de RAEE.
Buscando soluciones
Ante esta problemática, aparecen diferentes alternativas para lograr la reutilización de los materiales. Uno de los objetivos de la Fundación Equidad, por ejemplo, es crear una cultura de reúso y reciclaje de la tecnología con fines educativos y de protección del medio ambiente. Bajo este lema, esta ONG lleva reacondicionadas cerca de siete mil computadoras, que fueron donadas a entidades como comedores, bibliotecas, escuelas y hogares.
De manera similar, se trabaja en el Proyecto E-Basura de la Universidad de La Plata, que cuenta con el trabajo voluntario de estudiantes de la Facultad de Informática. Allí, se reciben aparatos en desuso y los reacondicionan para ser donados a sectores carenciados. La propuesta nació para cuidar el medio ambiente y generar oportunidades educativas, por lo que se les instala software libre y distintas aplicaciones para la enseñanza.
Los aparatos que llegan a las plantas autorizadas para el tratamiento de los RAEE son desguasados, clasificados y reutilizados, según se pueda. Algunas partes -como las placas de computadoras- son exportadas (a Suecia y Noruega, por ejemplo) para la extracción de metales valiosos.
"La prolongación de la vida útil de los aparatos es la manera más efectiva de reducir su impacto en el medio ambiente, y para eso es importante la reutilización de las partes", explica Jorge Santkovsky, presidente de la Cámara Argentina de Máquinas de Oficina, Comerciales y Afines.
Ante la falta de opciones difundidas para deshacerse de este tipo de basura, se estima que más del 50% permanece en los hogares. Según los especialistas en la temática, el qué hacer con la chatarra electrónica se trata de una problemática que la gente percibe como importante y urgente, pero muchas veces no saben cómo resolverla y se quedan con los residuos en sus domicilios.
Es hora de realizar un trabajo conciente, a escala local que genere acciones tendientes a palear dicha situación y mejorar desde cada uno la calidad de vida.
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