Carem es una unidad capaz de acoplarse modularmente en conjuntos mayores que compartan servicios, como quien le suma pilas a una lamparita. Es una solución ideal para países con grandes territorios que necesitan "oasis eléctricos" en sitios alejados de las líneas de alta tensión.
Por su seguridad "inherente", el Carem debería estar al menos 20 veces menos expuesto a accidentes del núcleo que sus equivalentes grandes de última generación, porque el núcleo se refrigera solo, sin bombas, por convección. Además, este primer prototipo tendrá un 70% de componentes nacionales y un 100% de ingeniería local.
A diferencia de las otras tres centrales, que pueden iluminar a casi 7 millones de argentinos, el pequeño Carem 25 abastecerá a sólo 100.000.
No vino a resolver la crisis energética, sino que está pensado para ser el "showroom" de un concepto que se está poniendo de moda: las minicentrales nucleares con "seguridad inherente", que hoy están en el centro de interés. Rusia ya construyó una flotante, el barco Lermontov, de 100 megavatios, para dar potencia a costas remotas. Y planea otras once más.
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