(DyPRA) -Un camino de tierra, el pasto verde e inundado de insectos, los perros durmiendo la siesta de media mañana al sol y porque no. un señor de más de 7 décadas sentado en la vereda, pueden ser la postal pintoresca de la argentina profunda. Para la vorágine porteña o de las grandes ciudades quizá resulta un agradable modo de afrontar la vida. Tranquila, sin problemas con el tránsito, con los niños tomando las calles para jugar, con el silencio adentrándose por los rincones.
Sin embargo, la existencia de pueblos rurales o "del interior" responde a una lógica de acaparamiento de oportunidades y de políticas económicas, que derivaron en una problemática que ha ido instalándose y tiene una fuerte incidencia en el contexto actual.
La situación de riesgo, que ahora manifiestan alrededor de 600 pueblos, comenzó a generarse en 1960, mientras que se agudizó en los ´90. La concentración poblacional en los centros urbanos en la Argentina no es un tema poco conocido. Sin embargo, el dato que manifiesta que un 40% de los pueblos rurales del país corren el riesgo de extinguirse en algunos genera preocupación, mientras que en otros acción.
Desde las políticas
Cuando se nombra a pueblos aislados, inaccesibles, incomunicados o sin infraestructura. A pueblos donde los habitantes resisten en su lugar pese a las condiciones de precariedad, es factible pensar en la Patagonia, el Noroeste y el centro de la región Pampeana. En cada rincón del país hay algún poblado que se sustenta en condiciones desfavorables.
El modelo económico neoliberal que se consolidó durante la década del ´90, significó para los pueblos del interior el éxodo de sus habitantes signados principalmente por dos etapas producto de las políticas acorde a ese modelo.
En una primera fase el cierre de los ramales del ferrocarril, como consecuencia de la ecuación: ramal que da pérdida, ramal que se clausura. Así, queda de lado la utilización del tren como factor de desarrollo y generador de lazos sociales. La segunda, responde al desmantelamiento de las unidades productivas alrededor de las cuales se movilizaba la economía local.
De este modo, surge un tercer factor, llevado adelante por el modelo de acumulación caracterizado por la exportación de materias primas dependiente del monocultivo. Con el cual grupos económicos desembarcan en grandes extensiones de tierras (pooles de siembra), que comprenden parcelas de los pequeños productores. El ciclo de precariedad vuelve a acentuarse y la necesidad de actuar se vuelve voluntad.
No pasar al olvido
Laura García, vecina de La Niña una localidad de 500 habitantes en el distrito bonaerense de 9 de Julio, preside el movimiento "Pueblos que Laten". El nombre ya habla por si solo; ellos no están en extinción o son fantasmas, sino que viven. Por sus entrañas corre la sangre de niños, adolescentes y adultos que desde la gesta comunitaria buscan alternativas y propuestas para movilizar sus lugares y su gente.
Según la presidenta del movimiento, la mayor problemática se da en "el desarraigo que deben sufrir los pobladores en busca de una oportunidad, lo que se traduce en el desbordamiento demográfico del conurbano o la superpoblación de las cabeceras de partido. Pero también, se da en aquellos jóvenes que emigran a la urbe para estudiar, y al recibirse no vuelve a su lugar de origen". Según García, cada uno debería elegir el lugar donde desea vivir y tener las posibilidades para desarrollarse allí. Tanto en la Limpia junto a los 42 vecinos, en Ñorquin-có o en Alonso.
"El énfasis está puesto en organizarnos y pensarnos a nosotros mismos para que a partir del desarrollo desde lo local se propicie la reconversión económica sustentable de los pueblos", describió en diálogo con Wak. Es por ellos que estos pueblos de Argentina no forman parte del pasado, son pueblos presentes, con historia y sobre todo, con un futuro en construcción.
"La problemática de los pueblos rurales es compleja y hay que analizarla desde este contexto, lo que implica la discusión sobre qué modelo de país queremos", consideraron desde Pueblos que Laten. "Creemos que en la actualidad las políticas están cambiando y se mira al campo y los pueblos desde una mirada más positiva. Porque, por ejemplo, no pensar que si somos pueblos aislados de los principales caminos podemos manejar una agricultura a pequeña escala para subsistencia de la región".
Fuerzas aunadas
La propuesta es frenar el éxodo, fortalecer los pueblos para poder pensar en un programa de distribución de la población. La política que sustenta el proyecto adhiere a la idea de poder rescatar y revalorizar el desarrollo local, incentivando a sus pobladores a que puedan ser capaces de lograr una transformación social.
Todos comparten varios factores en común: poseen menos de 2000 habitantes, alguna vez fueron pueblos pujantes y rescatan en la creatividad y la solidaridad los baluartes para no caer en el olvido. "Los diferentes proyectos que se están desarrollando (teatro comunitario, festival de rock, participación popular y organización comunitaria, eventos vinculados al arte, turismo rural, producción agro ecológica, entre otros) expresan distintos modos de lucha y resistencia frente a la exclusión y el despoblamiento", manifestaron.
Reconstruir la cadena comunicacional, artística y laboral, no es un trabajo sencillo. Es por ello que entre todos cooperan para dar a conocer su proyecto, insertarlo en la opinión pública y poder así fomentar una política que les sea viable para el sustento de su pueblo.
Experiencias locales
Si bien hacer hincapié en el desarrollo local desde el discurso suena muy bonito, es necesario manifestarlo con acciones para que el pueblo vuelva a sus épocas de bonanza. Y aquí las historias se multiplican y llenan de particularidades regionales (Ver cuadros). En La Niña, se encontraba una empresa láctea que fue comprada por una multinacional. Pasado un tiempo se decidió cerrarla, así gran cantidad de vecinos se quedaron sin fuente de trabajo. Y al tener que irse para otras ciudades, la escuela comenzó a vaciarse, y los almacenes a tener menos clientes, y la cadena se agudizaba.
No obstante ello, las inundaciones sacudieron al pueblo y lo sumergieron en el olvido. Pero los vecinos, luego de las primeras desazones decidieron actuar y aprovechando las lagunas que se formaron en los campos, delinearon estrategias para explotar este recurso natural. Se desarrolló un plan para acaparar la atención de pescadores, haciendo de la pesca un modo de subsistencia, un proyecto de turismo que permitió brindar alojamiento en casas de familia, venta de carnadas, fileteado y limpieza de pescado, como así también la degustación de comidas autóctonas.
El pueblo empezó a ser nombrado y llegan turistas extranjeros. Con el arribo de la gente, se reabren los negocios y se apuesta a nuevas oportunidades. Los vecinos viven y, a través de ellos la historia local basada en la lucha, el compromiso y la voluntad de seguir de pie. Son los pueblos del interior que a través de sus latidos apuestan a permanecer en la tierra rescatando lo autóctono e impulsado el desarrollo local.
La Limpia late
En 1893, a 10 Km. de la ciudad de Bragado se alzó la localidad de La Limpia. En sus primeros años, el ferrocarril trajo consigo el progreso. Dos trenes de pasajeros arribaban por día, como así también los que transportaban carga y hacienda.
En las décadas del ´40 y ´50, con la tecnificación del campo y la industrialización del conurbano bonaerense, La Limpia fue testigo de un gran éxodo. El cierre del ferrocarril y el monocultivo fueron los instigadores hacia el despoblamiento y la crisis.
De los 2000 habitantes que allí vivían, solo quedaron 42 personas. El resto emigró a la ciudad en busca de nuevos horizontes.
A raíz de ello, la población de La Limpia puso en marcha un plan para revertir su crítica situación. Y apostó al trabajo colectivo. Así lograron mantener en pie un ex almacén, un despacho de bebida y la herrería.
Además, en la antigua estación hoy funciona el jardín de infantes y la sociedad de fomento. En la escuela se puede cursar hasta 9no año donde concurren jóvenes del pueblo.
Y, una vez por mes, desarrollan el evento social más importante de la comunidad: la celebración de la misa. A su término se comparte una merienda a la canasta con todos los vecinos.
El Sur Responde
Ñorquin-có es un lugar semidesértico, donde empieza la región sur de Río Negro, desde allí se puede ver la pre-cordillera. Ubicado a 36 Km. de la localidad El Maiten, a 100 Km. de El Bolsón y a 200 Km. de Bariloche, a este pueblo en medio del Sur turístico no llegan los visitantes.
En el paraje, que a principios del siglo XX era el poblado más importante de la zona y paso obligado de "La Trochita" hoy viven unas 400 personas. La ausencia del tren no fue suplida por otro medio de transporte y los pobladores prácticamente quedaron incomunicados.
Según el relato de Stella Marys Ruiz a Wak, en el pueblo "no hay alojamiento, tampoco una empresa de colectivos o transporte que venga y vuelva en el día".
Asimismo, la vecina comentó que "cuesta integrar a la gente a que ofrezcan sus cosas para el turismo, ya sea en venta de productos o ver lugares donde hay picadero de indios o el bosque petrificado".
En respuesta a todas estas necesidades, desde hace un año con el trabajo mancomunado de la Asociación Responde, el Municipio local y la empresa Aerolíneas Lan, se creó un lugar de encuentro y estadía, donde además se rescata la exquisita historia del pueblo.
El Centro Lihué (voz Araucana que significa vida) tiene cafetería, biblioteca, Internet, un rincón para los niños y museo. Sin embargo, aún el trabajo es arduo.
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