Cuando los economistas progre cuestionan la receta del FMI para sacar una economía nacional de una crisis, tienen dos caminos por delante. El primero, criticar la receta desde su eficacia, demostrando que variantes keynesianas como la elegida por la Argentina darían mejores resultados, consiguiendo que la economía vuelva a crecer en menor tiempo.
El segundo, enfatizar el hecho estructural que esas crisis tienen su origen en escenarios especulativos creados por un sistema financiero hegemónico. Ese énfasis llevaría a advertir que la solución propuesta por el FMI beneficia a los causantes del problema, es decir, agudiza y perpetúa el problema. Demostrado eso podrían agregar lo anterior, esto es: que aún dentro de su propia lógica no recupera el nivel de actividad de manera sustentable.
Son dos miradas sobre un mismo hecho, que llevan a conclusiones diferentes y que tienen un implícito ideológico que no debe ser desatendido: quien se concentra en la eficacia de la medida, no cuestiona el escenario estructural; no postula que deban cambiar relaciones de poder; cree que el sistema está bien, solo tiene problemas de gestión.
Otro ejemplo importante también tiene que ver con la macroeconomía. Nos preocupa el egreso de divisas del país, ya que si lo que se genera por exportaciones, inversiones desde el exterior y turismo internacional en el país no alcanza para atender toda la demanda de divisas, habría que pedir prestado afuera y eso reiniciaría un camino que ya sabemos qué tiene en la punta: imposiciones de política desde el exterior e injusticia social.
La eficacia y la legalidad
Podemos examinar el problema desde la eficacia. Eso implica tener programas para sustituir importaciones por producción nacional; promover el turismo nuestro y de extranjeros a nuestro interior; poner trabas para que ingresen capitales financieros golondrina. Quienes se limitan a esta mirada, agregan acciones que cuestionaré enseguida, como promover las inversiones extranjeras en el país a ritmo más acelerado que lo que sería una expansión inercial. Es decir, se trataría de dedicarse a conseguir divisas, por cada uno de los conceptos que las pueden aportar.
También lo podemos ver desde la legalidad. En tal caso, le asignaríamos responsabilidad a la utilización de la divisa como refugio de valor, sea en el país, fuera del sistema financiero -bajo el colchón- o girando dinero al exterior sin que se pueda demostrar su origen y sin declararlo aquí como patrimonio personal o social. Esta es la llamada "fuga de divisas". A este diagnóstico le correspondería un aumento del sistema de controles sobre los patrimonios de personas y sociedades y de su utilización.
Balanza de pagos
Finalmente, podemos ver el problema de balanza de pagos deficitaria como un tema estructural. Esto es: podemos asumir que cuando las empresas trasnacionales son hegemónicas en la producción, el giro de utilidades y regalías al exterior será creciente, tanto más acelerado cuanto más crezca el producto. En tal caso, puede llegar a absorberse el saldo positivo que surja del intercambio comercial y turístico y aparecer problemas serios en el horizonte. Si esta mirada fuera la dominante, la preocupación política pasaría a ser cómo asegurar que la influencia trasnacional en la producción y el comercio se reduzca. Esto sería decididamente contradictorio con el primer análisis arriba mencionado, que imagina sanear la cuenta corriente acelerando las inversiones externas. Un estructuralista diría que esto último es pan para hoy y hambre para mañana.
La construcción de escenarios
De los dos ejemplos mencionados, sin temor a equivocarme, me permito sacar una conclusión y recomendación general. Cuando se construyen escenarios de política, sean globales o sectoriales, es esencial despejar primero si aquellas cosas que aparecen como problemas son estructurales, vale decir: situaciones donde todos nos desempeñamos respetando las leyes, pero el resultado es perjudicial para algunos o incluso para todos.
En un país con su producción hegemonizada por trasnacionales, por caso, no hace falta que nadie opere con deshonestidad, falseando una declaración de ganancias o girando al exterior dinero de manera irregular. Por el contrario, cumpliendo con todas las reglamentaciones, es de esperar que se generen problemas de divisas al país. Por lo tanto, las soluciones de aumento de eficacia de las normas o las de perseguir a los que se muevan en la ilegalidad, serán paliativos y no soluciones de fondo.
Tecnología productiva
El análisis estructural debe preceder a cualquier otro enfoque, al cual seguramente lo condiciona. En materia de tecnología productiva este concepto es muy importante. Ha sido habitual en el pasado y todavía vigente en el presente que grupos de investigadores se apliquen con pasión a resolver problemas de eficiencia en sistema productivos que en cualquier caso generan problemas de medio ambiente, o facilitan la concentración económica, o a priori descartan las soluciones de escala local. Al moverse al interior de un sistema cuya equidad no se pone en tela de juicio, esas cosas no sólo pueden pasar, sino que efectivamente pasan todo el tiempo. Lamentablemente, hay muchas maneras de equivocarse y solo una de moverse en la dirección correcta: pensar y pensar cual es el escenario más probable luego de nuestra intervención. Si los más débiles estarán algo mejor o en el límite, no los perjudicamos, vamos para adelante. De lo contrario, algo anda mal.
|