(GEI) -Actualmente la obesidad es considerada no sólo una enfermedad en sí misma sino que además se la identifica como factor desencadenante de patologías agudas y, otras, crónicas e irreversibles.
Su presencia favorece, agrava y aumenta estadísticamente el riesgo de padecer enfermedades a las que se podría llamar "hijas" de la obesidad tales como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, respiratorias, trastornos metabólicos, patologías osteoarticulares, neoplasias, disfunciones psicosociales, obstétricas, entre otras.
Hoy, se dispone de distintos recursos para abordar esta patología, sin embargo muchas terapias vigentes no logran revertir la tendencia hacia la cronicidad de esta afección. En este sentido, la nutrición no se encuentra ajena. De hecho, son numerosas y popularmente conocidas las famosas "dietas milagrosas" (en su mayoría acotadas e insuficientes) que no son más que una respuesta al criterio de inmediatez que reina a la hora de "hacer algo" para bajar de peso.
Frente a ello, desde hace más de 60 años el "método de los bocados" ha demostrado que es posible reducir el sobrepeso corporal sin caer en dietas extremadamente restrictivas e imposibles de aplicar durante un largo período de tiempo. La premisa es comer de todo, en pequeñas cantidades y muchas veces al día.
De a poco
Un bocado es todo lo que se muerde directamente, lo que se corta con el cuchillo y se lleva a la boca con un tenedor y todo lo que se levanta con una cuchara de postre. La bioquímica Priscila Busse Grawitz directora de la Clínica El Diquecito (Córdoba) y autora del libro La dieta de los bocados, explicó en diálogo con Télam que "el método de los bocados es más que una dieta. Es un método de reeducación alimentaria para lograr una pérdida del peso, sustentada en un cambio en los hábitos".
Esta dieta es tan válida para un pequeño exceso de peso, en la que la persona sólo debe restringir el volumen de comidas para bajar esos kilitos de más, y luego debe adaptarlo para mantenerse; como también para las personas con un gran sobrepeso cuyo objetivo es modificar radicalmente sus hábitos alimentarios.
"Por lo general a estas personas son a las que más les cuesta mantenerse, luego de haber bajado el exceso de peso, pero esta manera de ingerir alimentos, a través de bocados, es mucho más fácil y hace sustentable la consigna a lo largo del tiempo", afirmó Busse Grawitz.
Ayudas
El método se basa en cinco pilares: "El volumen", "Los horarios", "La variedad de alimentos", "La cantidad de líquido" y "La actividad física". Los dos últimos puntos no están exentos de toda dieta que se precie de buena. Como la mayoría de los especialistas recomiendan no hay que dejar nunca de lado los líquidos ni el movimiento. "Mucha gente siente sed, pero en vez de consumir agua, toma un yogurt, o un jugo, o en el peor de los casos, no sabe identificarlo claramente y come algo", describió la bioquimica.
Es por ello, preciso recordar y reafirmar algunas pautas para una alimentación sana, entre las que se encuentran: incluir lácteos descremados, verduras y frutas, variedad de carnes rojas y blancas, preparar comidas sin utilizar aceite o grasas como medio cocción y aumentar la cantidad legumbres, cereales y harinas integrales, entre otros.
Asimismo, con respecto a los chicos, la profesional recomienda hacer un seguimiento especial, aunque pueden hacer esta dieta de los bocados sin mayores complicaciones. Entre los menores, la idea es que personal idóneo controle la cantidad de nutrientes que los chicos necesitan en cada etapa de crecimiento.
Al dividir la comida en pequeñas cantidades, la persona puede controlar la ingesta calórica. Si las porciones tienen un volumen lo más parecido entre sí, se reparten en forma ordenada y respetando la frecuencia horaria, se disminuirá la sensación de hambre y se reducirá en forma natural el tamaño del estomago. Como beneficio adicional, el organismo generará un gasto calórico extra solo por el hecho de procesar alimentos en forma frecuente.
Problemática actual
Según describen los especialistas en el tema, esta problemática es contemporánea y se debe a los grandes niveles de estrés y ansiedad que genera el posmodernismo. "La cultura social induce, a veces, a comer mal. Por un lado le dicen a uno que tiene que comer bien o comer fruta, pero de paseo por un shopping no es habitual ver a alguien pelando una mandarina", describió Priscila Busse Grawitz.
"El estrés es un factor que no hay que desestimar, pero lo más importante es la industria alimentaria quee influyen lo que se llama la adicción a las protograsas y el tema del sedentarismo. Es decir estamos en una oferta de alimentos calóricos y que tienen un tipo de adicción que no podemos desestimar".
Ante ello, se presenta esta propuesta abierta y con posibilidades de controlar la ingesta desde cada bocado. El proceso de comer de todo, pero de a poco es un factor que ayuda para evitar las restricciones que culminan en un efecto rebote. Si uno se prohíbe de ciertas comidas, el día que se tira la toalla, comienza la tragedia.
En pequeñas cantidades
Desde hace más de 60 años el "método de los bocados" ha demostrado que es posible reducir el sobrepeso corporal sin caer en dietas restrictivas e imposibles de aplicar durante un largo período de tiempo. La premisa es comer de todo, en pequeñas cantidades y muchas veces al día. Una alternativa para grandes y chicos ante la problemática obesidad.
(GEI) -Actualmente la obesidad es considerada no sólo una enfermedad en sí misma sino que además se la identifica como factor desencadenante de patologías agudas y, otras, crónicas e irreversibles.
Su presencia favorece, agrava y aumenta estadísticamente el riesgo de padecer enfermedades a las que se podría llamar "hijas" de la obesidad tales como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, respiratorias, trastornos metabólicos, patologías osteoarticulares, neoplasias, disfunciones psicosociales, obstétricas, entre otras.
Hoy, se dispone de distintos recursos para abordar esta patología, sin embargo muchas terapias vigentes no logran revertir la tendencia hacia la cronicidad de esta afección. En este sentido, la nutrición no se encuentra ajena. De hecho, son numerosas y popularmente conocidas las famosas "dietas milagrosas" (en su mayoría acotadas e insuficientes) que no son más que una respuesta al criterio de inmediatez que reina a la hora de "hacer algo" para bajar de peso.
Frente a ello, desde hace más de 60 años el "método de los bocados" ha demostrado que es posible reducir el sobrepeso corporal sin caer en dietas extremadamente restrictivas e imposibles de aplicar durante un largo período de tiempo. La premisa es comer de todo, en pequeñas cantidades y muchas veces al día.
De a poco
Un bocado es todo lo que se muerde directamente, lo que se corta con el cuchillo y se lleva a la boca con un tenedor y todo lo que se levanta con una cuchara de postre. La bioquímica Priscila Busse Grawitz directora de la Clínica El Diquecito (Córdoba) y autora del libro La dieta de los bocados, explicó en diálogo con Télam que "el método de los bocados es más que una dieta. Es un método de reeducación alimentaria para lograr una pérdida del peso, sustentada en un cambio en los hábitos".
Esta dieta es tan válida para un pequeño exceso de peso, en la que la persona sólo debe restringir el volumen de comidas para bajar esos kilitos de más, y luego debe adaptarlo para mantenerse; como también para las personas con un gran sobrepeso cuyo objetivo es modificar radicalmente sus hábitos alimentarios.
"Por lo general a estas personas son a las que más les cuesta mantenerse, luego de haber bajado el exceso de peso, pero esta manera de ingerir alimentos, a través de bocados, es mucho más fácil y hace sustentable la consigna a lo largo del tiempo", afirmó Busse Grawitz.
Ayudas
El método se basa en cinco pilares: "El volumen", "Los horarios", "La variedad de alimentos", "La cantidad de líquido" y "La actividad física". Los dos últimos puntos no están exentos de toda dieta que se precie de buena. Como la mayoría de los especialistas recomiendan no hay que dejar nunca de lado los líquidos ni el movimiento. "Mucha gente siente sed, pero en vez de consumir agua, toma un yogurt, o un jugo, o en el peor de los casos, no sabe identificarlo claramente y come algo", describió la bioquimica.
Es por ello, preciso recordar y reafirmar algunas pautas para una alimentación sana, entre las que se encuentran: incluir lácteos descremados, verduras y frutas, variedad de carnes rojas y blancas, preparar comidas sin utilizar aceite o grasas como medio cocción y aumentar la cantidad legumbres, cereales y harinas integrales, entre otros.
Asimismo, con respecto a los chicos, la profesional recomienda hacer un seguimiento especial, aunque pueden hacer esta dieta de los bocados sin mayores complicaciones. Entre los menores, la idea es que personal idóneo controle la cantidad de nutrientes que los chicos necesitan en cada etapa de crecimiento.
Al dividir la comida en pequeñas cantidades, la persona puede controlar la ingesta calórica. Si las porciones tienen un volumen lo más parecido entre sí, se reparten en forma ordenada y respetando la frecuencia horaria, se disminuirá la sensación de hambre y se reducirá en forma natural el tamaño del estomago. Como beneficio adicional, el organismo generará un gasto calórico extra solo por el hecho de procesar alimentos en forma frecuente.
Problemática actual
Según describen los especialistas en el tema, esta problemática es contemporánea y se debe a los grandes niveles de estrés y ansiedad que genera el posmodernismo. "La cultura social induce, a veces, a comer mal. Por un lado le dicen a uno que tiene que comer bien o comer fruta, pero de paseo por un shopping no es habitual ver a alguien pelando una mandarina", describió Priscila Busse Grawitz.
"El estrés es un factor que no hay que desestimar, pero lo más importante es la industria alimentaria quee influyen lo que se llama la adicción a las protograsas y el tema del sedentarismo. Es decir estamos en una oferta de alimentos calóricos y que tienen un tipo de adicción que no podemos desestimar".
Ante ello, se presenta esta propuesta abierta y con posibilidades de controlar la ingesta desde cada bocado. El proceso de comer de todo, pero de a poco es un factor que ayuda para evitar las restricciones que culminan en un efecto rebote. Si uno se prohíbe de ciertas comidas, el día que se tira la toalla, comienza la tragedia.
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