En un caso, la droga se encontraba oculta en la cavidad destinada al líquido de un brazo hidráulico de robot industrial construido en aleación de aluminio de alta resistencia. El destino de la misma era Rotterdam (Holanda).
En la otra encomienda, la droga se había disimulado prolijamente en el interior de las solapas de los embalajes que contenían bases de notebooks.
El destino final de este envío era Costa de Marfil. Si bien en ambos casos el análisis de perfil de riesgo sumado al uso de tecnología hizo posible el hallazgo, en este último procedimiento, la droga pudo ser detectada gracias a la participación de uno de los canes entrenados por la Aduana que marcó el envío como sospechoso.
|