Amor. Audaz. Anticipo. Apodos. Motivó discusiones. Gente a su favor y en contra. Leyó siempre antes las jugadas de sus compañeros y también de los rivales. El Loco, Titán, siempre se reinventó.
Loco. Letal. Uso todo los estilos de cabellos: corto, largo, rapado, rubio, castaño, flequillo. Dentro y fuera del área no perdonó. Sus números lo reflejan. Máximo goleador en la historia de Boca y quinto del fútbol argentino.
Excéntrico. Espectacular. Fuera de la cancha en sus primeros años como futbolista posó para una revista vestido de mujer. Después bajó el perfil. Festejos inolvidables de goles como bailes, bajarse los pantalones ante Newell’s, besarse los botines en el Bosque de La Plata con los colores de Estudiantes nada mas y nada menos que ante su mayor enemigo, Gimnasia.
Rápido. Respeto. No hizo falta que fuera veloz para correr sino que le bastó su rapidez mental para ganarle a sus rivales. Siempre respetó y fue respetado por sus adversarios.
Maravilloso. Convirtió goles para el recuerdo. A River después de volver de una lesión de 6 meses. Con los dos pies de penal ante Platense. De cabeza a Vélez desde 40 metros. A Independiente de mitad de cancha. A Colón con los meniscos rotos lo que significó su tanto N°100. Al Real Madrid en la final intercontinental. Hasta se dio el gusto de gritar en el Mundial de Alemania contra Grecia.
Orgullo. Optimista del gol. Los hinchas de Boca y hasta de otros equipos jamás olvidarán al delantero. Siempre lo recordarán. Nacerá el mito. Carlos Bianchi quizás encontró la mejor definición. “Se optimista y anda a los rebotes, a todas las pelotas que vas a llegar primero”, le dijo alguna vez el “Virrey”
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