Alfonsín defendió el acuerdo sellado con De Narváez al declarar que “es un paso importante” para la provincia, pero “también para la Argentina”, y explicó que “hay decisiones en la vida y en la política que requieren de mucho coraje, convicción y de hombres y mujeres dispuestos a asumir riesgos”.
Pidió también “no tener miedo al cambio” y prometió un programa de gobierno “mucho más progresista del de aquellos que asumen una retórica progresista pero no se atreven a tomar las decisiones que hay que tomar para ganar las elecciones”.
“Quiero que nos felicitemos todos en conjunto por la decisión que hemos tomado”, comenzó Alfonsín su discurso ante un plenario ante 500 dirigentes del partido Unión Celeste y Blanco que conduce De Narváez en el Club Atenas de La Plata.
En lo que pareció un claro mensaje a su ahora ex aliado socialista, Hermes Binner, Alfonsín criticó con dureza a quienes “están convencidos de que tal o cual decisión es la correcta pero desisten de ella, y no se atreven a proponerla por temor a pagar costos políticos o por temor a ser víctimas de la incomprensión”.
El dirigente admitió que el acuerdo entre el radicalismo y el peronismo en la provincia de Buenos Aires significa “unir tradiciones políticas diferentes, que a lo largo de la historia se han enfrentado a veces de manera muy dura”, pero pidió “actuar con el valor necesario para enfrentar las incomprensiones de buena fe y las incomprensiones de los mal intencionados”.
“Yo sé que puede haber quienes con buena intención no compartan y no comprendan. Sé también que puede haber quienes con mala intención, con deshonestidad intelectual, cuestionen la iniciativa que hemos puesto en marcha radicales y peronistas en la provincia”, expresó.
Sin embargo, argumentó que “en la vida como en política hay veces que se deben tomar decisiones difíciles y las cosas no siempre son claras”, y declaró en ese sentido que “un político de raza jamás deja de hacer lo que cree que tiene que hacer por temor a pagar costos políticos”.
“Un político peronista o radical jamás desiste de lo que entiende es su obligación frente a la república”, dijo arrancando el aplauso de la dirigencia que se congregó en el club Atenas.
Alfonsín criticó además a quienes “dudan de la vocación transformadora del espacio” que construye junto De Narváez, y les advirtió que “se van a llevar una gran sorpresa”.
“Con Francisco vamos a cambiar la historia”, afirmó, y lamentó que muchos de los problemas que han padecido los argentinos hayan tenido que ver “con el enfrentamiento casi irreductible entre radicales y peronistas”.
Alfonsín prometió también “transformar” la provincia de Buenos Aires y se permitió bromear con el hermano del gobernador Daniel Scioli, José “Pepe” Scioli, aliado a De Narváez, al asegurar que el gobierno del empresario “será mucho más progresista” que el actual.
“Perdoname Pepe -le dijo al hermano de Scioli, que estaba sentado en la primera fila y lo correspondia con una sonrisa- vamos a hacer un programa muy progresista, mucho más progresista de los que asumen una retórica progresista pero no se atreven a tomar las decisiones que hay que tomar para ganar las elecciones”.
“Y mucho más transformador lo quiero a Daniel (en alusión al gobernador bonaerense) que el programa que está poniendo en marcha el actual gobierno de la Provincia: no es demasiado difícil eso”, aseguró.
De Narváez, quien precedió a Alfonsín en la palabra y se refirió al radical en todo momento como como “el próximo presidente de los argentinos”, elogió el acuerdo con el radicalismo y el haber podido “superar las banderas partidarias” para unirse en la provincia.
“Venimos a unirnos para dar vuelta la página de la historia, y para construir la esperanza con gobiernos honestos”, proclamó el empresario y le pidió a Alfonsín que “devuelva a la Provincia los recursos que le corresponden” si accede a la Presidencia.
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