Según estimaciones de la OMS, la epidemia del tabaco matará casi a seis millones de personas este año, entre ellas a 600.000 no fumadores que se verán expuestos al humo. En este sentido, "si no se toman más medidas, en 2030 el tabaco puede causar la muerte de 8 millones de personas al año", indicó Armando Peruga, director de la Iniciativa Libre de Tabaco de la OMS.
Existen estudios clínicos y de laboratorio que demuestran que luego de 30 minutos de exposición al humo del cigarrillo las arterias de los no fumadores sufren alteraciones funcionales y estructurales, señaló a la Agencia CyTA el doctor Joaquín Barnoya, director de investigación de la Unidad de Cirugía Cardiovascular de Guatemala (UNICAR) y Profesor de la Universidad Washington en San Luis, Estados Unidos.
No fumadores Según explicó el doctor Barnoya el endotelio, una capa de células en la arteria vital para su adecuada distensión y contracción. Este, es el órgano cardiovascular que se daña con la exposición breve al humo de un fumador.
Con el objeto de estudiar las posibles alteraciones que produce el humo en fumadores pasivos se ha expuesto a personas y animales de laboratorio, durante lapsos equivalentes a media hora, a niveles similares a los que se respiran en un bar. Barnoya afirma que “los efectos se han medido de diferentes maneras y todas concuerdan con el mismo resultado”. A nivel celular, se ha medido el daño y recuperación de las células de la arteria. Estos estudios están publicados en revistas de cardiología como Circulation, Journal of the American College of Cardiology y Heart. Recientemente el Instituto de Medicina en Estados Unidos publicó un informe que arrojaba conclusiones coincidentes.
Según informes de la OMS cada año mueren cerca de medio millón de personas como resultado de la exposición pasiva al humo de tabaco.
Daños acumulativos Los daños que produce el tabaquismo pasivo se van acumulando a lo largo del tiempo. “Un estudio demostró que la sangre de fumadores pasivos expuestos repetidas veces a humo de cigarrillo durante 12 días tenía las mismas características de la sangre de los fumadores regulares. Esto es, es más propensa a formar coágulos que pueden producir un infarto o derrame cerebral”, aseveró Barnoya.
Y agregó que “se han identificado varios compuestos del humo de tabaco que dañan las arterias como acroleína, plomo, cadmio, benzo-a-pireno, partículas suspendidas, e hidrocarbonos aromáticos policíclicos, entre otros compuestos del humo de tabaco. La nicotina, contrario a lo que comúnmente se cree, tiene un rol pequeño o nulo en el daño cardiovascular.”
El daño que producen esos compuestos del humo del tabaco tienen lugar directamente sobre la célula endotelial y en particular su estructura “incluyendo la mitocondria, que es una estructura celular que genera energía dentro de la célula y que facilita su respiración”, puntualizó Barnoya.
Asimismo el especialista consultado por la Agencia CyTA destacó que dado que en general las paredes de las arterias están dañadas respecto de las funciones asociadas con su contracción y dilatación, “el proceso de cicatrización y procesos vasculares en general también están afectados. Por último, la impotencia sexual masculina, consecuencia del daño endotelial, también es – en algunos casos- consecuencia de la exposición al humo de tabaco, ya sea activo o pasivo.”
Mejor prevenir El tabaco es la principal causa de enfermedad crónica no transmisible en el mundo, afirmó Barnoya. “Para los países en vías de desarrollo es particularmente importante un programa integral de control de tabaco. Estos países se encuentran en las etapas tempranas de la epidemia de tabaco por lo que hay una ventana para prevenir la mayor parte de las muertes”. Por otra parte el tratamiento de las enfermedades crónicas es una carga económica y social que estos países no soportarán en un futuro cercano. “En ese sentido es de crucial importancia que se implementen programas de control de tabaco que impacten en forma positiva tanto en la salud pública como en las economías de los países”, concluyó el especialista.
Por ello, la OMS decidió dedicar este año de la jornada Sin Tabaco, al Convenio Marco para el Control del Tabaco, que se considera como el mejor instrumento para acabar con un hábito que mató a 100 millones de personas en el siglo XX.
El Convenio fue adoptado en 2003 y entró en vigor en 2005, y desde entonces 173 estados miembros de la OMS se han sumado como partes. "El tabaco es uno de los principales responsables de la epidemia de enfermedades no transmisibles como ataques cardiacos, accidentes cerebrales, cáncer o enfisemas, que causan el 63 por ciento de todas las muertes en el mundo", recordó Peruga.
Entre las obligaciones que asumen los Estados parte del Convenio Marco, se encuentran la de proteger las políticas de salud pública de los intereses de la industria tabacalera, adoptar medidas relacionadas con los precios e impuestos para reducir la demanda de tabaco y proteger a las personas contra la exposición al humo del tabaco.
En la Argentina, ya son cinco las provincias que tienen leyes que restringen el humo del tabaco: Tucumán, Neuquén, Córdoba, Mendoza y Santa Fe. Normas similares se han aplicado en las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata. Ahora, es tiempo de esperar que desde el Estado se ponga el máximo esfuerzo para extender políticas públicas en relación al consumo de tabaco.
Este Día Mundial sin Tabaco, pudo haber sido un buen punto de partida para meditar sobre esta cuestión a nivel global, nacional y personal.
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