El robo sistemático, sumado a la destrucción ya sea por la mano del hombre (pintadas con aerosol o tiro al blanco) o de la naturaleza, le cuesta a los bonaerenses unos 13 millones de pesos al año. Y frente a un presupuesto limitado, muchos de los carteles no pueden reponerse.
Vialidad provincial tiene en su órbita unos 50 mil carteles de señalización en los 11 mil kilómetros de pavimento y 26 mil de tierra a lo largo del territorio. Cada año, en promedio, desaparecen el 30 por ciento. Esto significa, unos 1.250 carteles por mes, algo así como 41 por día. Si a esto le sumamos los 5 mil kilómetros de las rutas nacionales, las concesionadas y los caminos municipales que atraviesan el territorio, la cifra es mucho más alta y hasta puede duplicarse.
El Jefe de División Seguridad Vial, Roberto Moya, explicó que existen robos aislados pero la mayoría están vinculados a bandas organizadas que se dedican a este tipo de delitos. “El robos es muy grande. Van con equipos para desarmar y llevarse la cartelería, pero es muy difícil detectar eso porque hoy pasa en un lugar y mañana en otro”, dijo el funcionario.
Hay regiones donde el despojo es más sistemático y algunos carteles llegan a estar pocos días. “Tenemos lugares que hasta el 60 por ciento de los carteles desaparecieron”, sostuvo Moya, quien explicó que muchas veces la reposición puede tardar hasta un mes y mientras tanto la gente se queja por la falta de señalización.
En ese sentido, el administrador de Vialidad bonaerense, Arcángel José Curto, contó que desde el organismo realizaron un ensayo experimental con tachas luminosas, que se cargan durante el día y destellan de noche, en el sector del camino General Belgrano cercano a la localidad de Gutiérrez. “Se colocaron 500 dispositivos, al otro día quedaba la mitad, y a la semana, ninguno", dijo.
EL NEGOCIO La mayoría de los 150 modelos de señales que se ven en la provincia se construyen en el taller central de Vialidad en La Plata, aunque otros se hacen en Necochea, Mar del Plata, Azul o se tercerizan, dependiendo la demanda. Antes estaban hechos de aluminio y desaparecían más rápido; en la actualidad son de chapa galvanizada.
El precio de un cartel que anuncia una curva (sin tener en cuenta mano de obra) es de 900 pesos. Otros, como los verdes que indican a qué distancia están las ciudades pueden costar el doble. ¿Para qué se roba? Las razones son variadas e insólitas, pero la mayoría se vende por pesos la chapa. Otras se usan en autos que corren carreras de turismo zonal en ripio o en corrales de animales y “mueblería” casera.
Sin embargo, muchas veces esas chapas terminan siendo compradas por el mismo Estado. Y en esa razón puede explicarse parte del fenómeno. “No sabemos qué camino sigue la cartelería que desaparece, pero es probable que a la larga terminemos nosotros comprando las mismas chapas en otro lado”, explicó Moya.
LA CONDENA Según contaron desde una región de Vialidad del interior hay zonas de “saqueo” que son una constante. “No tenemos tantos problemas en caminos rurales, pero sí por ejemplo en los cruces de una ruta con un ferrocarril, donde hay muchos carteles juntos y ahí sí es de urgencia reponerlos”, dijeron.
En términos del Código Penal, el robo de señales de tránsito podría encuadrarse en la figura de daño agravado. El artículo 184 inc. 5 establece que, quienes dañen archivos, registros, bibliotecas, museos, puentes, caminos, paseos u otros bienes de uso público, tendrán una pena que va de los tres meses a los cuatro años de prisión.
No obstante, en la realidad es muy difícil que la Justicia aplique esta figura, porque, en la mayoría de los casos, el autor no actuaría con intención de producir daños (como podría ser un accidente como consecuencia de la falta de una señal) sino con la idea de apoderarse de los materiales para venderlos por kilogramo y procurarse un beneficio económico, por lo que entraría en la figura del hurto simple (art. 162) con una pena que va de un mes a dos años de prisión.
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