(GEI).- Por tener una relación especial con el medio ambiente, por religión o filosofía de vida, por sus nutrientes específicos o simplemente por costumbre adquirida, el consumo de alimentos orgánicos comienza a ganarse su lugar en el mercado argentino. Comercializados en su mayoría en mercados temáticos y ferias itinerantes o barriales, los productos orgánicos se basan en materias primas obtenidas a través de procesos que busca proteger la salud del medio ambiente, de los productores y los consumidores.
Según la ley Argentina de Producción Orgánica (de 1992), se entiende por "orgánico", "ecológico" o "biológico" a todo sistema de producción sustentable en el tiempo y que mediante el manejo racional de los recursos naturales evitan el uso de los productos de síntesis química y otros de efecto tóxico –real o potencial para la salud humana–.
Nacida en Europa hace más de cuarenta años, la tendencia de consumo "verde" llegó al país mucho más acá en el calendario, y experimentó una explosión hace tres años, cuando comenzaron a aparecer locales que comercializaban los productos, restaurantes que los empezaron a ofrecer en sus cartas y redes de consumidores que compartían datos para difundirlo. "Como consumidoras de hace tiempo de productos de este tipo, decidimos abrir el restaurante hace nueve años, y la gente se acerca cada vez más", cuenta Claudia Carrara, una de las dueñas de Bio Restaurant, el primero en abrir en la ciudad, y que ofrece platos elaborados en su totalidad con materia prima orgánica. Consejos médicos para cambiar la alimentación, experiencias en el exterior y, sobre todo, conciencia ecológica son los motivos que ella encuentra entre sus clientes para elegirlo.
Comercio justo, redes de productores, organización en cooperativas de trabajadores y economía solidaria en general vienen de la mano de los alimentos orgánicos, y forman parte de la "filosofía" de estos vendedores. "La producción de esta manera la hacemos desde hace veinte años, como una filosofía, pero también es nuestro medio de vida", cuenta Daniel, a cargo del puesto de la Asociación de Productores Familiares de Villa Elisa. "La verdura va de nuestras huertas a la cocina del consumidor, sin intermediarios", explica.
PRO Y CONTRAS Adorados por sus seguidores, los alimentos orgánicos también son mirados de reojo por algunos que lo tildan de moda pasajera y otros que los cuestionan por los precios elevados. Con respecto a los precios, los productores aseguran que hay una diferencia, pero no tan extrema como se la plantea.
"La otra desventaja es que los alimentos entran por los ojos, y los orgánicos en general no son estéticos. Los frutos son distintos entre sí, un tanto deformes para lo que estamos acostumbrados, y a la vista pueden resultar feos", explica Marcela Leal, nutricionista y directora de la carrera de Nutrición de la Universidad Maimónides. "Hasta no probarlos, no se convierte en un beneficio", dice Leal, que destaca el color, sabor y aroma intensos como las principales ventajas.
Con respecto a los nutrientes que tienen estos alimentos, en comparación con los que tradicionalmente se exhiben en las góndolas de un supermercado, la nutricionista ilustra con ejemplos. Según la organización española Ecología y Desarrollo, las frutas y verduras orgánicas tienen un 40% más de antioxidantes que los que no lo son, y un estudio realizado en Estados Unidos asegura que la leche que sigue los protocolos de producción verde tiene mayor cantidad de ácidos grasos saludables, como el Omega 3.
GRANERO ORGÁNICO La primera certificación de orgánicos se obtuvo en Londres en 1967, y la tendencia verde se extendió rápidamente en sus vecinos europeos. Estados Unidos tomó la posta años más tarde y se convirtió en un referente, con California como ciudad emblema de este tipo de consumo y la tienda Whole Foods como la más popular donde conseguir los productos. En la Argentina, la normativa rige desde 1992, y en la actualidad hay dos mil trabajadores dedicados al sector.
Aunque la cultura del consumo de alimentos orgánicos no está tan arraigada como en el resto del mundo, sí lo está la producción. En el país se generan por año 125 mil toneladas de productos de este tipo en las cuatro millones de hectáreas certificadas. De ese volumen, el 96 por ciento se exporta. Peras y manzanas del valle de Río Negro, azúcar de Misiones, Salta y Jujuy, y ganado ovino de la Patagonia son los que encabezan el listado de ventas al exterior.
"La producción argentina de productos nacionales nació como respuesta a la demanda del consumidor europeo, y después del americano, de tener calidad y variedad de alimentos orgánicos", explica Pedro Lanza, presidente del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO), que asegura que la tendencia productiva es un eco de la tradición argentina como "granero del mundo". INFORMACIÓN PARA EL CONSUMO Si una de las reglas de la publicidad asegura que el consumidor no puede elegir lo que no conoce, en el ámbito de la alimentación ecológica hacen un mea culpa. "En los últimos años hubo un aumento sensible del consumo, pero tenemos una deuda y es la difusión", asegura Lanza.
La propietaria de Bio Restaurant también señala la creciente información como motivo de que la alimentación "verde" aumente entre los argentinos, y cuenta que las recetas que usan estos alimentos, talleres de cocina y uniones de consumidores van en esa línea de sumar nuevos adeptos. Los puesteros del mercado "Sabe la Tierra", de San Fernando, coinciden, pero aseguran que existe un interés creciente por interiorizarse en los procesos. "Cuando algo les llama la atención, lo primero que te piden es que les expliques cómo se hizo", cuenta Raíza Larraín. "Buscamos alimentos menos agresivos para el cuerpo, para lograr un estado óptimo de salud", cuenta. (GEI).
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