Entre 2002 y 2010 el empleo total creció un 59% y el de jóvenes de entre 18 y 29 años, un 86%. El incremento de empleos en ese segmento etario fue de 843 mil puestos de trabajo. Así, el desempleo juvenil cayó del 35,9% en 2002 al 18,9% en 2010, un nivel que igualmente continúa siendo elevado, sobre todo en comparación con la tasa de desempleo general, que se encuentra en 7,5%.
La dinámica de mejora de los últimos años es central para los jóvenes, dado que quiebra la lógica de exclusión laboral y social que predominó en especial en la década del noventa, cuando un porcentaje creciente de trabajadores estaba obligado a permanecer por largo tiempo en inserciones precarias, caracterizadas por una elevada inestabilidad, bajos ingresos y desprovistas de beneficios laborales.
“A partir de 2003, la política de empleo se dirigió principalmente a los grupos de población más vulnerables en materia de empleo. Justamente, en el reconocimiento de que los jóvenes constituyen un colectivo con mayores dificultades para la inserción laboral de calidad, es que la política de empleo los considera prioritarios en sus intervenciones”, señaló el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
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