El representante de la Iglesia, ex obispo emérito de la Diócesis de Zárate-Campana, expuso como testigo en una nueva jornada del juicio oral por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar en el que son juzgados ocho imputados en 19 causas. Monseñor Rafael Rey recalcó en todo momento que no recordaba nombres; tampoco dio detalles sobre conocimiento de castigos o personas torturadas de acuerdo a los reclamos de familiares que él mismo recibía.
Además, ratificó que su función como capellán auxiliar en la Compañía de Comunicaciones Mendoza sólo era de hablar, dar catequesis y confesiones, tanto a miembros del Ejército como víctimas detenidas. Desde el inicio del juicio oral el 17 de noviembre de 2010, el Tribunal escuchó diversos testimonios de víctimas que dieron detalles sobre las torturas y golpes recibidos cuando estaban detenidos en la Compañía de Comunicaciones. Los otros centros de torturas funcionaban en el D2 de la Policía mendocina, y la Comisaría 27 de Godoy Cruz.
Pablo Salinas, uno de los querellantes y miembro del Movimiento Ecuménico de los Derechos Humanos, al evaluar los testimonios de Monseñor Rey, resaltó que el prelado reafirmó lo que ya decían los distintos testigos que han pasado por el alto Tribunal, en el sentido que no tuvieron ninguna respuesta de la Iglesia mendocina cuando hacían llegar sus pedidos de ayuda ante esta Diócesis por desapariciones de personas.
Recordó Salinas la participación de Monseñor Rey al nombrar capellán para la Policía mendocina el ex sacerdote Oscar Moreno, cuya repartición tenía a su cargo el Departamento D2 uno de los máximos centros de torturas, del que no podría desconocer (Rafael Rey) lo que allí sucedía, reflexionó el querellante mendocino.
Monseñor Rey estuvo en el Arzobispado de Mendoza 26 años (1967-1992), comenzó siendo secretario canciller, después vicario general y por último obispo auxiliar, además de capellán auxiliar del Ejército (1975-1983), y por último obispo emérito de la Diócesis de Zárate en Buenos Aires, y titular de Cáritas.
En la apertura de sus testimonios, el representante de la Iglesia mendocina manifestó que desde que comenzó el período de la dictadura militar, en la Arquidiócesis local, a cargo de Monseñor Olimpo Santiago Marisma (fallecido) se empezó a atender en el arzobispado a familiares de desaparecidos.
El Monseñor dijo creer que la Iglesia ignoraba todo lo que pasaba en ese momento, curiosamente en su caso, él se encargó de confeccionar una lista con más de 100 desaparecidos mendocinos que fue acercada al entonces ministro del Interior Albano Harguindeguy y al nuncio Pío Laghi, ambas veces con resultado negativo. “No niego la cercanía de algunos miembros de la Iglesia con los militares, tal vez esa gente sabía algo”, aclaró Rey, y agregó que eso “sería lamentable”. (DIB)
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