(GEI) - Si bien no están muy difundidas, existen distintos tipos de terapias que involucran elementos mediadores, como puede ser la música, los animales, la pintura o el teatro. Estas disciplinas ayudan a los pacientes que padecen enfermedades o discapacidades a encontrar una mejor calidad de vida.
Las terapias complementarias no hacen distinción de sexo, edad o patología. Su objetivo es poder ayudar al paciente y lograr avances en los tratamientos médicos y psicológicos. Se utilizan en enfermedades como: autismo, epilepsia, microcefalia, depresión, males terminales y discapacidades motoras o mentales, entre otras.
“Trabajamos con pacientes desde los tres meses, pasando por adolescentes con problemas de conducta, adultos, tercera edad y hasta personas con enfermedades terminales”, apuntó a Info Región la psicóloga social Marta Cebrián, de la Asociación Mutualista de Asistencia y Capacitación del Discapacitado (AMUCADI).
En la zooterapia, una disciplina que a través de los animales busca relajar al paciente, fomentar y mejorar sus relaciones sociales, y estimular distintas áreas a nivel psíquico y físico, el animal se convierte en el mediador terapéutico y el espacio que lo rodea sirve de escenario para el tratamiento. Tal es el caso de la equinoterapia, en la cual “el andar del animal y su cuerpo en movimiento genera estímulos a nivel neurológico que representan patrones de marcha”, señaló la médica y presidenta de la Fundación Argentina Científica Establo Terapéutico (FACET), Graciela Bazzi.
Con el paso de las sesiones se percibe un progreso a nivel físico, relaciones interpersonales y hasta en el semblante de los pacientes que disfrutan de las actividades.
“La postura, el peso, el equilibrio y la maduración endócrina son algunos indicios de los avances en las primeras seis semanas de tratamiento. Además, que lo vean las familias del paciente es el mejor registro que se puede llevar”, explicó Bazzi.
Animales al rescate de la salud. Dante tiene 5 años y se muestra confiado arriba del caballo. Hace alrededor de dos años que el pequeño asiste una vez por semana a equinoterapia.
“Nos gusta porque es distinto. No está encerrado en un consultorio, puede tener contacto con la naturaleza, con los animales, cambia completamente el espacio”, relató a Info Región Gabriela, su mamá.
Dante tiene TGD espectro autista, un trastorno del desarrollo que afecta la comunicación, socialización y sensibilidad. Si bien se trata de un tratamiento no invasivo, la doctora Bazzi explicó que todos los pacientes tratados en el establo deben ser derivados por los médicos que los asisten para ser sometidos a estudios y detectar si puede haber contraindicaciones, ya que la idea es potenciar los estímulos y no retraer al paciente.
“Se trabaja con lo psicomotriz, lo sensorial, psicoeducativo y el valor que tienen de sí mismos, porque aumenta su autoestima, empiezan a hacer cosas que antes no hacían y eso les da energía, se sienten capaces y se animan a más”, explicó Bazzi.
Micaela Favio Forlese padece el síndrome de West, que son espasmos con una alteración cerebral epiléptica. “Lo descubrimos cuando tenía meses de vida. Estábamos comprando y tuvo una reacción rara, pensé que se había asustado, pero continuó. La llevamos al médico y después de varios estudios nos dieron el diagnóstico”, relató Lito, su papá.
En ese momento la familia se dio cuenta de que comenzaba un proceso distinto al que esperaban. Con los remedios las expectativas de progreso estaban reducidas.
“Comenzamos con equinoterapia y no entendíamos nada, pero confiamos en que debíamos probar porque, si le servía a Mica, teníamos que seguir”, comentó Lito.
“Es increíble como la ayudó en la postura. Ella antes ni siquiera intentaba sentarse, ahora hace el esfuerzo y lo está logrando”, destacó el padre.
La doctora Bazzi, en este punto, señaló la importancia del acompañamiento de los padres durante todo el tratamiento, ya que el “apoyo” y la “constancia” son factores imprescindibles para que los pacientes logren salir adelante.
Al igual que los caballos, el perro también se utiliza como una nueva alternativa para la rehabilitación.
La caninoterapia es una de las más modernas ramas de la zooterapia y, si bien su técnica tiene los mismos objetivos que la de los equinos, se ha descubierto que los perros son capaces de alertar sobre ataques epilépticos.
“El vínculo entre los pacientes y los perros crea mejor comunicación. Suele pasar que los chicos que no hablan se larguen de a poquito. Los autistas hacen contacto con el animal y los adolescentes que tienen problemas de conducta se sientan más integrados”, explicó Cebrián, psicóloga social de AMUCADI.
El aire libre, el pasto y los árboles son el escenario ideal para el tratamiento. Micaela Humeres tiene 11 años y padece un retraso madurativo. Comenzó su sesión sentada en una manta colocada en la mitad del terreno, en el primer encuentro del año luego de las vacaciones. Los abrazos con los perros no faltaron y su cara sonriente fue la clave para saber cuánto los había extrañado.
“La idea es que los perros, al estar sueltos, vayan y vengan, que interactúen y se dé naturalmente. No se fuerza nada porque los pacientes deben relacionarse con ellos y contarles lo que tal vez no se animan a decirles a los humanos”, explicó la asistente funcional para chicos con discapacidad, Noemí Alesso.
La música de la vida. La musicoterapia todavía sigue siendo un método desconocido para muchos. Esta disciplina, que surgió como una forma de catarsis y expresión, se abrió paso en los ámbitos de la salud y se transformó en una terapia que busca la relajación y comunicación de estados de ánimo a través de los sonidos.
“Es muy amplia la musicoterapia, pero no es algo esotérico. Se consolidó como disciplina y está científicamente comprobada para ayudar, por un lado, a pacientes que tienen patologías psiquiátricas o motoras y, por otro, a personas que no presentan enfermedades pero están angustiadas o deprimidas”, explicó el musicoterapeuta y músico Ruben Amato.
“Esta técnica se utiliza desde la panza de la mamá hasta en personas ancianas e intenta lograr objetivos en lo físico y en el interior de los pacientes”, expresó.
Este es el caso de Vanina, profesora de danza, que hace dos años asiste a musicoterapia. Su búsqueda comenzó con la meta de perfeccionarse en el arte, pero para su sorpresa encontró una terapia que le modificó su manera de verse y proyectarse profesionalmente.
“La primera vez fui como a una clase de canto, venía de una experiencia muy mala con un profesor que me había dicho que no tenía capacidad. Cuando llegué a musicoterapia los miedos empezaron a irse, tomé confianza y me sentí más tranquila”, explicó orgullosa de sus logros.
El arte de la relajación. La pintura o el teatro también son parte de las novedosas metodologías para la rehabilitación.
La profesora de Bellas Artes, Beatriz Haydee Pugliese explica que la pintura, el dibujo y las esculturas son actividades que “ayudan a la expresión de las personas” y “son una forma de canalización” de aquellas emociones que cuesta exteriorizar.
“La idea del taller de arte es crear un lugar en donde haya comunicación y libertad de expresión. Muchos sufren depresión, stress o discapacidades físicas, es allí donde las creaciones entran en acción y se produce el autoanálisis”, explicó Beatriz.
Por su parte, el profesor de Teatro y actor Nicolás Onofre explicó que las técnicas de relajación y expresión corporal son las más utilizadas por aquellos que quieren alejarse de las fobias, la vergüenza y los problemas cotidianos.
“Trabajamos para que cada uno se sienta bien interiormente y a modo de prevenir las depresiones, angustias o saturación, por el nivel de stress que se vive”, explicó Nicolás.
La teatroterapia, a diferencia de las demás, se realiza en grupo y su precursor destacó que “la idea es que entre todos superen las cosas que obstaculizan el avance en la vida”.
“Mediante la expresión del cuerpo, la palabra y la escritura, manifiestan las preocupaciones y cuentan lo que les va pasando para eliminar el tabú y seguir”, aseguró el profesor.
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