EL TRIGO: ¿DE QUÉ PROBLEMA HABLAMOS?
Para comprender la debilidad de los planteos de la Mesa de Enlace al declarar el lock out en la comercialización de granos, es interesante tener en cuenta ciertos aspectos de la producción agrícola en la Argentina y revisar algunos números referidos a la actividad triguera.
En primer lugar, si la queja principal de los dirigentes de la Mesa de Enlace es referida a la comercialización del trigo, argumentando que el "chacarero" no puede vender la producción recién cosechada, ¿cuál es el sentido de tomar una medida que suspende la comercialización de esa misma producción? En cuanto al resto de los granos, como soja, maíz o girasol, recién se está terminando en estos momentos la siembra de la soja de segunda, por lo cual los chacareros, y en mayor medida los pequeños, no tienen granos para vender. Sólo los grandes productores, acopiadores e intermediarios participarían en realidad de la medida de fuerza.
Según datos de la Bolsa de Cereales ya se ha cosechado el 84% de las 4,3 millones de hectáreas sembradas de trigo y se han obtenido hasta el momento 12 millones de toneladas del cereal. La perspectiva, entonces, para la campaña 2010/2011, es de más de 14 millones de toneladas, superando las previsiones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) para Argentina, era de 13,5 millones de toneladas.
El consumo interno en nuestro país es de entre 5 y 7 millones de toneladas, por lo cual habrá, al menos, 7 millones de toneladas para la exportación. El precio histórico del trigo en la Argentina de entre 100 y 120 dólares por tonelada, ha ido aumentando junto con la suba de los precios de los commodities agrícolas a nivel mundial. En los primeros meses de 2010, los productores recibían por el cereal recién cosechado alrededor de 600 pesos la tonelada, valor que fue aumentando con los meses. Este año, después de descontar las retenciones que en el caso del trigo son del 23%, el productor está recibiendo entre 750 y 800 pesos, lo que sigue reflejando una sensible mejora.
Los costos de implantación del trigo para la campaña triguera que está finalizando ahora, fueron de alrededor 570 pesos por hectárea. Este valor incluye la semilla (120 kilos por hectárea), curasemilla, herbicidas (2 litros de Glifosato por hectárea, Metsulfurón y 0,12 litros por hectárea de Dicamba), fertilizantes y laboreos (siembra directa, pulverizadora y fertilizadora). Sumando 220 pesos por hectárea de la cosechadora, el total de gastos para el trigo es de 790 pesos por hectárea.
Si consideramos el rinde promedio nacional de la actual cosecha de 3.280 kilos (3,28 toneladas) por hectárea, multiplicado por un valor del trigo de 750 pesos por tonelada, da un total de 2.460 pesos por hectárea. Si le restamos los costos, da un promedio neto de 1.670 pesos por hectárea. Hay que tener en cuenta que en la pampa húmeda los rindes fueron de 4 a 5 mil kilos por hectárea, lo que da para esos campos una renta bastante superior. Como vemos, no hay problemas de rentabilidad con el trigo.
EL PAPEL DEL ESTADO
El Estado Nacional establece cupos de exportación para el trigo. El objetivo es regular de algún modo la comercialización para que los precios en el mercado interno no se disparen al nivel de los valores internacionales, con el claro objetivo de proteger la alimentación de los argentinos. La Mesa de Enlace, al igual que lo hizo el año pasado en la misma época, cuestiona esta política económica.
La diferencia con lo sucedido en enero del 2010 es que en aquel momento amenazó con medidas de fuerza que finalmente sólo consistieron en un tractorazo, con una muy escasa participación, al puerto de Necochea. Si, como dicen sus dirigentes, los exportadores se quedan con parte del dinero por la venta del cereal que les corresponde a los productores, el reclamo no debería ser contra el Gobierno sino contra los exportadores, que son un eslabón de la cadena triguera. Caen en flagrante contradicción cuando piden que el Estado intervenga en esta situación, al mismo tiempo que exigen que el Estado no intervenga fijando políticas sobre el sector, como son los cupos de exportación y las retenciones a las exportaciones.
El sector molinero, por su parte, va realizando sus compras durante todo el año para ir abasteciendo a la industria de acuerdo a las necesidades del mercado interno. La forma de regular estas cuestiones sería, justamente, una participación aún más activa del Estado, con política a largo plazo que pudieran garantizar a todos los productores la rentabilidad de sus explotaciones, algo que, como vimos, sucede ampliamente y de todas manera en la actualidad.
En este punto, la participación del Estado, es donde justamente surgieron en los últimos tiempos diferencias internas dentro de la Mesa de Enlace. La Federación Agraria venía planteando la necesidad de que el Estado tuviera mayor presencia, sugiriendo la creación de algún organismo del tipo de lo que fuera la Junta Nacional de Granos. Llama la atención como nuevamente la Federación Agraria bajó sus banderas, para alinearse con las patronales agrarias que representan a los grandes productores.
DESFLORE DEL MAÍZ
La producción normal del maíz no requiere, en ningún momento, el desflore de las plantas. Esta es una técnica que se aplica solamente para la obtención de semillas híbridas, que luego serán sembradas y no destinadas al consumo directo. La producción de semillas híbridas, en la Argentina y en todo el mundo, es realizada por las grandes empresas multinacionales agropecuarias. En ningún caso es una actividad que desarrolle el pequeño o mediano productor.
Para obtener los híbridos se siembran plantas hembras y se intercalan algunas líneas de plantas machos. Para obtener el híbrido deseado, es necesario en la época de floración, cortar las flores de las plantas hembras. Esta es una tarea que se realiza manualmente, por lo que requiere gran cantidad de mano de obra durante ese período, algo que no sucede en el cultivo del maíz destinado al consumo humano, animal o industrial.
En nuestro país se desarrolla esta actividad desde hace unos 30 años y es común la práctica, por parte de las grandes empresas que se dedican a la producción de semillas, de contratación de cuadrillas de trabajadores en el interior profundo del país. Entre estas empres se encuentra Nidera, además de Monsanto, Adecoagro y Dekalb entre otras.
DICIEMBRE DE 2009
El trabajo de Agustina Desalvo, que pertenece al CEICS-CONICET, titulado "Los obreros santiagueños en el desflore del maíz. Proceso y condiciones de trabajo" fue presentado en las "VIII Jornadas de Investigación Histórico social Razón y Revolución", en diciembre de 2009 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
En este trabajo puede leerse que "el desflore ha requerido, hasta el momento, gran cantidad de mano de obra, que proviene, principalmente, de Santiago del Estero. Carentes de fuentes de empleo en su provincia de origen, los obreros santiagueños, oriundos de sectores rurales o urbanos, se ven obligados a migrar a otras zonas del país para proveerse un ingreso. No sólo el desflore requiere gran cantidad de mano de obra temporaria; también son empleados grandes contingentes en las tareas de selección realizadas en la planta de clasificación de semillas".
A continuación dice que "la actividad comienza en octubre en el norte de Santiago del Estero, Catamarca y Salta, donde se extiende hasta noviembre. Sólo en la zona de Santiago y Catamarca pueden emplearse hasta 3.000 personas. Desde mediados de diciembre y fines de marzo la tarea se traslada a algunas localidades de la provincia de Buenos Aires (Pergamino, Rojas, Junín, Venado Tuerto, San Nicolás), sur de Santa Fe y Córdoba (Villa María principalmente). En la zona núcleo, que incluye el norte de la provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y sur de Córdoba, llegan a emplearse 5.000 personas, casi todos migrantes santiagueños".
Sobre las condiciones de trabajo el informe de Agustina Desalvo dice que "las condiciones en que los obreros del desflore se emplean no son, precisamente, las mejores. Largas jornadas a pleno rayo del sol se combinan con la escasez de agua fresca y con la falta de una completa y adecuada vestimenta de trabajo. Asimismo, el salario recibido, nunca acorde a la magnitud de la tarea realizada, no es el mismo en todos los casos, sino que depende, no sólo de la modalidad de pago de la empresa contratista (por día, por hectárea, por tanto), sino también del buen comportamiento de la cuadrilla".
También dice que "los peones del desflore deberían trabajar, al decir de las empresas contratistas, 8 horas diarias. Sin embargo, y cuando "el lote no está apurado", trabajan de 6 y media a 11 y media de la mañana; y de 3 a 7 de la tarde. Es decir, 9 horas. Ocurre que el empleador les miente respecto al horario, aunque no sólo en cuanto a él. En efecto, en Santiago les dicen que trabajarán 8 horas con una de almuerzo, pero una vez en el campo, terminan trabajando 9".
Desalvo entrevista a un trabajador que dice que "a nosotros nos hacían trabajar 9 horas, y la obligación es 8. Nueve horas nos decían con la comida, solíamos entrar a las 6 y media de la mañana hasta las 11 y media. A la tarde, desde las 3 y media, hasta las 7 y media". El trabajador agrega que "a veces, cuando los lotes vienen muy apurados, muy avanzados de flor sí, podemos trabajar 10, 12 horas".
"Cabe aclarar", prosigue el trabajo de Desalvo, "que en la mayoría de los casos, cuando se les pregunta por la cantidad de horas trabajadas, responden 8 hs siempre que no haya apuro. Sin embargo, cuando mencionan la franja horaria efectivamente trabajada, se comprueba que son 9 horas. En Manpower se trabaja de este modo y se paga por día trabajado. Pero en otras empresas, como Monsanto, se paga por hora o por tanto y llegan a trabajar hasta 14 horas diarias. Algunos peones prefieren emplearse por hora ya que, aunque deben trabajar más horas, ganan más".
El trabajador entrevistado dice también que "en Manpower son 9 horas; en Monsanto es por hora, se trabajan 12, 13, hasta 14 horas por día, depende, si apura la flor tenés que trabajar, prácticamente, de sol a sol. Comés una hora y después seguís trabajando." Como puede observarse, este sistema de esclavitud, que va incluso más allá del trabajo en negro y de menores, ocurre desde hace bastante tiempo y además ha sido documentado por lo menos en diciembre del 2009. A las denuncias en la zona núcleo de la pampa húmeda, como Pergamino, se suman otras ocurridas en diferentes puntos del país y en otras actividades como el cultivo del ajo en Mendoza.
Por algún extraño motivo, cuando se produjeron las denuncias en Pergamino, la página en Internet de la empresa Nidera Argentina no estaba en línea. También llama la atención que, en la misma semana que la empresa Nidera es denunciada por esclavizar peones en el desflore del maíz, la Mesa de Enlace vuelva a reunirse, a pesar de las desavenencias por las que venían atravesando entre sus miembros, y además anuncien y realicen un nuevo lock out patronal, y con una excusa tan débil. (Fuente Bae)
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