(GEI/InfoRegión).- El imaginario los construye muy lejos de la realidad, y esculpe su imagen común sobre la base de mitos que no siempre tienen sustento empírico: no son nenes que de manera excluyente usen anteojos, ni viven recluidos en las salas de lectura. Lo único que los hace distintos es el nivel que alcanzaron en la “Escala Cattell”, que mide el cociente intelectual de las personas y que osó ubicarlos dentro del escaso grupo que supera la media que va entre los 95 y los 110: ellos tienen más de 130. ¿Y cómo son?, ¿prodigios, futuros científicos, chicos obsesionados con el saber, genios autosuficientes? No, nada de eso. Son, simplemente, niños con alta capacidad intelectual, por tanto, dueños de una inteligencia que es sencillamente superior, y que según los expertos es la que se da en el escaso –aunque no ínfimo- 2 por ciento de la población infantil mundial. Pero cuidado, porque ese dos por ciento implica que podría llegar a haber uno por cada aula, dentro de las cuales los planes educativos, según se quejan expertos y padres, “no los contemplan como deberían”. Como los chicos que requieren de educación especial, necesitan de una estimulación diferente, pero en este caso, para que el potencial que traen consigo pueda traducirse en una virtud y no en una carga que los lleve al aburrimiento, por agregado a la mala conducta y en casos extremos hasta el bajo rendimiento escolar y al desinterés: según datos que difundió el Comité Europeo para la Educación de Niños y Adolescentes Superdotados, “entre el 30 y el 50% (paradójicamente) fracasa en la escuela”, y según los expertos locales esto tiene una explicación más que sencilla. “Estos chicos, al ser tan inteligentes, tienen un Handicap que más que un problema tendría que ser una ventaja, y que por lo tanto no necesitan ningún tipo de ayuda ni reconocimiento especial, por eso muchos padres tienen que buscar dónde se los va a tener en cuenta con esta condición y dónde podrán hacer algo por ellos”, señaló a Info Región Héctor Roldán, que se enteró recién a los 40 años que tiene alta capacidad intelectual, y que por todo lo que padeció en la niñez y en la adolescencia le dio forma a Creaidea, una asociación que se encarga de contener a chicos con altas capacidades y de orientar a padres y docentes. Inquietos y precoces, ansiosos por saber y extremadamente capaces de aprender, a veces desafiantes, críticos y cuestionadores, siempre con alta capacidad de abstracción y en ocasiones con talentos específicos muy marcados, los nenes que tienen una inteligencia superior suelen de todos modos tener dificultades para adaptarse a un sistema que si no los reconoce tiende a nivelar y al que le cuesta integrar a aquellos que por alguna razón se apartan de las características generales de la media. Diferentes. Mónica Müller asegura que a ella le costó darse cuenta que Lucas, su hijo, tenía altas capacidades, y relata también que cuando a los cinco años el nene sacó una raíz cuadrada después de un mínima explicación, ahí sí, algo le hizo ruido. “Fui al jardín y le dije a la directora que para mí el nene tenía algo especial, pero ella me respondió que no habían notado nada. De todos modos me recomendó ver a una psicopedagoga”, señaló la mujer en diálogo con este medio. Y su historia se asemeja a las de muchos padres que si bien admiten como evidente que estos chicos tienen algo distinto, también reconocen que no es fácil deducir que se trata de hiperdotación. ¿Pero hay ‘semáforos’ que puedan alertar a las familias y a los educadores? Según los especialistas, sí, aunque eso no socave que “una de las instancias más difíciles sea sin dudas la detección de las altas capacidades”, que según sostienen, “tiene más chances de darse en el seno del hogar que en la escuela”. Detección “Los padres son los que se dan cuenta por comparación entre hermanos, amigos o primos. Notan que estos chicos funcionan distinto, que tienen vocabularios muy complejos y que juegan con reglas que a veces los otros chicos no entienden. Desde muy chiquititos quieren aprender a leer por su cuenta porque deducen que eso les da independencia, buscan recibir información y preguntan mucho”, detalló Roldan desde Creaidea. La Sociedad Argentina de Padres y Educadores de Niños Superdotados (SAPYENS), en tanto, señala a través de su página WEB que las pautas para identificarlos pueden variar entre la primera y la segunda infancia. Hasta los 6 años, indican, “pueden tener dificultades para hacer amigos porque sus intereses no coinciden con los nenes de su edad”. También plantean de manera prematura el problema de los límites. “El límite de la vida, del tiempo, del universo”. Conductas De los 6 a los 10, en cambio, pueden aislarse o ser líderes. A esta edad son conscientes de que son distintos al resto de los nenes de su edad y suelen sentirse solos, lo que puede llevarlos a la auto exclusión. Esto puede repercutir en su rendimiento “y algunos llegan a padecer trastornos psicológicos porque no logran adaptarse al colegio y hasta llegan al fracaso escolar”. “Cuando esto sucede aparecen factores comunes como la ansiedad, la inseguridad, la impresión de aislamiento, y el sentimiento de torpeza manual y física”, señalan. Y dentro de las aulas es donde puede llagar a darse la gran paradoja, porque muchas veces son catalogados como “chicos problemáticos” y hasta caen en la deserción. “Normalmente si se aburren se frustran, y tienen un nivel muy bajo de tolerancia a la frustración, entonces esto desencadena en problemas de conducta. Tienen una carga de energía que no siempre pueden canalizar de la mejor manera, sobre todo si en la escuela se ven sometidos a un nivel de aprendizaje inferior al que ellos aspiran”, señaló Muñoz, que también destacó que muchas veces “son mal diagnosticados” y “medicados erróneamente” contra trastornos como la hiperactividad o el Déficit de Atención (ADD). Y quien lo padeció, lo sabe: “En mi caso hasta me medicaron. Siempre fue muy problemática la relación con mis compañeros, tanto en la primaria como en la secundaria. Era más bien rebelde, entonces era catalogado un chico inteligente que molestaba al resto”, señaló Roldán. El peso de ser distintos Según especificaron a Info Región desde la Dirección General de Cultura y Educación, “en la actualidad se está trabajando con alrededor de 20 chicos con altas capacidades” en la provincia de Buenos Aires. Se incluyen dentro de los parámetros de la educación especial –como aquellos que tienen alguna discapacidad- “porque sus necesidades educativas también son distintas”. Roberto Lievaber, que es capacitador de la Dirección de Educación Especial de la cartera educativa bonaerense, en tanto, admitió que si bien el tema “siempre estuvo en la agenda de la educación especial”, se comenzó a profundizar en la asistencia y contención de estos chicos “hace 10 ó 12 años”, y explicó que una vez detectados los casos, lo que se hace es elaborar para cada uno en particular “un plan de enriquecimiento curricular” que el niño o adolescente trabajará en el aula con la supervisión de su propio docente y la intervención de una maestra integradora de la escuela de educación especial a la cual haya sido asignado su caso. El chico se instruye dentro del marco de un plan curricular distinto y acompañado por todo el equipo de educación especial y sus docentes”, agregó Lievaber. De todos modos, desde las asociaciones privadas y desde las familias, sostienen que esto, a veces, “no alcanza”. “La gran contra que tienen estos chicos es la poca posibilidad de desarrollarse plenamente. Es poco lo que hay y no está del todo instituido. Hoy en día, el tener alta dotación es casi una garantía de terminar en un gabinete psicopedagógico. De todos modos, lo bueno es que se empieza a ver que el problema está”, indicó.
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