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10/11/2010
Opinión

La Fábula de Christian Andersen y el relato mediático


Por Jorge Déboli, secretario de Dypra, director del Grupo Editor Informes.. La conmoción que generó entre los argentinos la desaparición física de Néstor Kirchner, posibilitó que surgieran muchos otros Kirchner, producto de otras miradas sobre el controvertido ex presidente de la Nación, quizás, tan discutido como el General Juan Domingo Perón y Evita Perón....



Y cuando decimos .controvertido, o discutido, lo estamos diciendo de alguien que no la anduvo con chiquitas a la hora de tomar medidas de las llamadas por los oligopolios informativos “polémicas” , es decir, aquellas políticamente incorrectas, que molestan a los dueños de la Argentina que, desde el fracaso de la Revolución de Mayo, que obligó al exilio a nuestro Padre de la Patria, el General José San Martín, se ocuparon que sistemáticamente fracasaran a lo largo de la historia, las gestiones de varios presidentes que encabezaron movimientos nacionales y populares en nuestro país
.
A esta altura sería ofender la inteligencia de los lectores señalar como una revelación todo lo hecho por el ex mandatario patagónico desde que asumió en mayo de 2003, pero si vale la pena, poner de relieve dos de sus discursos que anticiparon su derrotero y coherencia con la que se desenvolvió, que hoy lo ubican claramente en la categoría de “Hombre de Estado”, al que sólo pueden acceder aquellos que entienden en estas cuestiones de llevar adelante políticas que inciden y cambian la vida de un país y de sus ciudadanos, y su relación con los países de la región y el mundo.


Señales
Fueron dos los pronunciamientos públicos y uno muy privado que dieron pistas muy fuertes sobre lo que este hombre se proponía hacer durante su mandato.
La primera señal pública estuvo en el discurso que pronunció unas horas antes de que se anunciara que Carlos Menem se bajaba de la segunda vuelta que debía realizarse el 18 de mayo de 2003, en las que, mediciones previas al ballotage, señalaban que Kirchner cosecharía alrededor del 70% de los votos. Sin embargo, el ex presidente Menem, luego de una serie de dimes y diretes, versiones y desmentidas, finalmente anunció su decisión de no presentarse, convirtiendo ese mismo día a Kirchner en presidente electo.

No fueron pocos los analistas que esa semana en sus columnas señalaron que la jugada del riojano tuvo como fin evitar una derrota catastrófica, al tiempo de condicionar la futura gestión de Kirchner, que de esa forma accedía a la presidencia con un magro 22 % de los votos, el nivel más bajo de votos jamás registrado en la historia argentina, algo menos de un punto de lo que obtuvo Humberto Illía en 1963 cuando, con el peronismo proscripto, fue electo presidente con el 23 porciento de los votos.
Dicho discurso, pronunciado en el bunker del patagónico, en el hotel Panamericano, fue durísimo en conceptos que iba a marcar su gestión de gobierno, a tal punto que este periodista, que había seguido su campaña preelectoral con cierta apatía, dijo: “¡¡ Oia. si ya prácticamente es presidente, electo, porqué endurece el discurso”!!.

Condiciones
Sin embargo, para el entonces sub Director del diario La Nación, Claudio Escribano, que por esos días le había propuesto a Kirchner lo que el periodista Horacio Verbitsky calificó como “Pliego de condiciones”, fue un discurso incorrecto: “La primera medida de gobierno del doctor Kirchner –decía Escribano-, deberá ser la cesantía de quien ha escrito ese discurso, y, si fue él mismo quien acometió su redacción, convendrá que ya mismo derive en otro la delicada tarea de escribir si es que aspira a ser un verdadero jefe de Estado”, decía en su columna del 15 de mayo de 2003 la principal pluma del diario representativo de los sectores más concentrados de la economía, es decir, de los ganadores históricos de la Argentina, los que escribieron la historia, y diariamente nos dicen los temas por los que todos los argentinos debemos preocuparnos. .


Pero fue aún más temerario cuando Escribano finalizó diciendo: “la Argentina ha resuelto darse gobierno por un año”, finalizaba su editorial rencoroso, el que hasta ese momento alardeaba su poder ante sus pares en Adepa, cuando llamaba desde su teléfono móvil a los presidentes de turno (desde Menem a Duhalde inclusive).


El otro pronunciamiento público de Kirchner, histórico por cierto, fue el mensaje pronunciado el 25 de mayo de ese año ante la Asamblea Legislativa a 10 días de aquel otro políticamente incorrecto del Hotel Panamericano, donde, salvo algunos temas relacionados con la Ley de Coparticipación Federal, y Reforma Tributaria, prácticamente anunció todo el contenido de su gestión y buena parte del de la actual que lleva adelante Cristina.


El tercer indicio, no publicado hasta ahora, sobre lo que Kirchner se proponía hacer durante su gestión en el sentido de cambiar la historia y terminar con los recurrentes fracasos de los gobiernos democráticos que lo precedieron, fue el relato a quien escribe esta columna, de uno de los hombres de mayor confianza del ex presidente, sobre un comentarios que este le hiciera en los momentos previos a su asunción al que dicha fuente sintetizó así: “Parece que esta vez va en serio, está obsesionado por no terminar como de La Rúa, saliendo de la Casa de Gobierno en helicóptero”.

Opciones
Y para no terminar así, no eran muchas las opciones que le quedaban a Kirchner. O aceptada la propuesta extorsiva del vocero del establishment con su pliego de condiciones, o esta otra opción, la que afortunadamente tomó, la más difícil y boicoteada, principalmente por los profetas del odio, mercenarios de baja estofa que se hacen llamar “periodistas independientes” que mienten u ocultan todo el tiempo en forma descarada y sobre todo, subestimando la inteligencia de sus lectores.


Y justamente, a partir de tanta subestimación que por muchos años les dio resultado, como la fábula del rey desnudo, de Christian Andersen, en la que vestían al monarca con ropas invisibles a los ojos de los tontos e ignorantes, ahora, en un escenario real, fueron miles las almas que surgieron desde todos los rincones y condiciones, que sin organicidad ni aparato, y en forma espontánea y renovada, se fueron dando cita en la plaza histórica de Mayo y en cientos de plazas del país, donde, ante la muerte inexplicable, fueron descubriendo en Kirchner, que el traje de perverso con que la “Prensa independiente” lo había vestido, no era tal. Miles de miradas descubrieron al Kirchner Líder; al Kirchner Conductor, al Kirchner Estadista, al Presidente que cuando asumió no dejó en la entrada de la Casa de Gobierno sus ideales y principios.


También descubrieron, como Diego, al Kirchner Gladiador que enfrentó y frustró, en las narices de Busch, la trampa que escondía el ALCA; descubrió al hombre que revalorizó la política como única herramienta de cambio en paz; en definitiva, pudieron ver que detrás del relato del monopolio mediático, estaba el camino por el que, después de tantas frustraciones e ignominias, la utopía se torna posible.


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