En poco menos de tres semanas hubo dos ataques al Museo de la Ciudad en calle 47 y 25. El primero fue un incendio intencional (nunca bien aclarado) que destruyó documentos de suma importancia. Tres semanas después los vándalos se hicieron presentes dañando la puerta de entrada.
En el Cementerio Municipal (aunque se trató de disimular) durante la noche del miércoles pasado autores ignorados ingresaron, rompieron los vidrios de una puerta y profanaron una tumba dejando el ataúd de un menor en el camino interno. No es la primera vez que acontece un hecho de estas características. Se sabe que últimamente el sitio santo es merodeado -no se sabe con que fines- durante los fines de semana. También existen roturas de farolas en plaza San Martín.
A los privados
Un joven con una moto se para en una pizzería de calle 46 entre 17 y 18. Baja del pequeño rodado y con una piedra rompe los vidrios del escaparate. También en calle 42 cerca de la Escuela Nacional acontece algo similar y un valioso vidrio de un local nuevo es roto. Hechos similares se desparraman por la geografía de la ciudad. En la mayoría de los casos no se presentan denuncias.
También existen pintadas agresivas en los frentes de varias escuelas céntricas e incluso en algunos sitios se observa nítidamente esvásticas.
A esto se debe agregar roturas de cestos, timbres y demás elementos los domingos de madrugada. Asimismo en lugares céntricos no se respetan el descanso de los vecinos y a altas horas de la madrugada la música de algunos sitios de expansión nocturna es a todo volumen.
Son hechos molestos fáciles de prevenir. En los Museos, lugares públicos y Cementerio Municipal disponiendo cuidadores nocturnos. En los lugares céntricos realizando los patrullajes con las correspondientes cuadrículas.
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