(Dypra/GEI) - A diferencia de los insecticidas, cuyo objetivo es matar a los insectos, los repelentes –lociones, spray o espirales contra mosquitos, entre otros elementos– ahuyentan a los mosquitos y evitan las picaduras.
La mayoría de los repelentes comerciales que se aplican sobre la piel se elaboran en base a un producto sintético, el N-dietil-m-metilbenzamida (también conocido como DEET). “El DEET es muy efectivo y su uso en personas mayores a 2 años de edad se considera seguro para la salud siempre que se sigan las recomendaciones del fabricante especificadas en el envase. Los reportes de reacciones tóxicas son muy poco frecuentes, sin embargo, debido a ese mínimo factor de riesgo y a que este producto puede dañar tejidos sintéticos y plásticos, hay interés en buscar otras alternativas de repelentes ‘naturales’”, explicó a la Agencia CyTA Raquel M. Gleiser, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora de CONICET en el Centro de Relevamiento y Evaluación de Recursos Agrícolas y Naturales (CREAN) de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Muchas plantas producen sustancias (metabolitos) para protegerse de los insectos y otros herbívoros, entre ellas los aceites esenciales que son los que les dan el aroma característico a algunas flores, frutos y hojas, “por ejemplo los olores cítricos y a menta”, explicó Gleiser. Y continuó: “Esos metabolitos podrían ser una opción interesante como fuente de productos repelentes o insecticidas contra mosquitos y otros insectos de interés sanitario.”
En este contexto, Gleiser y un equipo de colegas evaluaron las propiedades repelentes de aceites esenciales que se extraen de plantas aromáticas y medicinales que crecen en Argentina, y encontraron que unos eran más efectivos que otros. Los resultados fueron publicados en la versión on line de la edición del 14 de septiembre de la revista científica Parasitology Research. En el estudio también participaron la Bióloga María Alejandra Bonino y el doctor Julio Zygadlo docente de la Universidad Nacional de Córdoba.
Los estudios “En nuestro estudio detectamos repelencia de varios aceites esenciales contra Aedes aegypti, el mosquito transmisor de dengue. Entre los más potentes se pueden mencionar por ejemplo el de salvialora, rica-rica, y té de burro”, explicó Gleiser. Y agregó: “Los aceites de cedrón y pichana, al menos en laboratorio también previenen las picaduras de Aedes aegypti por un mínimo de 90 minutos. El aceite esencial de romero funciona bien solo cuando está muy concentrado. Otros aceites no funcionan, como el del anis serrano, el de marcela y el de Hyptis mutabilis. Esto significa que si exponemos un brazo tratado con alguno de estos aceites, los mosquitos van a intentar picar igual que si no nos hubiéramos puesto ningún producto.”
Respecto de las propiedades insecticidas contra otro mosquito, Culex quinquefasciatus los investigadores encontraron, por ejemplo, que los aceites esenciales de peperina, de poleo y de te de burro son eficientes. Para los ensayos de propiedades repelentes, los investigadores expusieron una superficie de piel del brazo o dorso de la mano a mosquitos que estaban dentro de una jaula y compararon el tiempo que demoraban en intentar picar cuando habían aplicado el aceite esencial respecto de cuando el brazo estaba “limpio”, o bien cuando estaba tratado con concentraciones cada vez más bajas del aceite. Alternativas naturales más potentes
Para la doctora Gleiser, los aceites esenciales permitirían ampliar el espectro de opciones para los usuarios que buscan productos repelentes de mosquitos. “De hecho, hay algunos productos repelentes comerciales a base de aceite esencial, por ejemplo de citronela o de eucaliptos limón, aunque no siempre tienen la misma duración o eficacia que los repelentes comerciales elaborados en base a un producto sintético. Por este motivo seguimos buscando nuevos compuestos”, enfatizó la investigadora. Y continuó: “En el caso de los insecticidas, debido al creciente desarrollo de resistencia a los pesticidas sintéticos, y al interés por usar compuestos naturales que sean biodegradables y menos nocivos para el medio ambiente, es que los aceites esenciales y otros productos extraídos de plantas se presentan como alternativas interesantes.”
Gleiser y sus colegas planean continuar con la evaluación de la actividad repelente e insecticida contra otras especies de mosquito, “ya que hay numerosas publicaciones que muestran que no todas las especies de mosquito son igualmente susceptibles a estos productos. Por otra parte, los aceites esenciales son mezclas de varias sustancias químicas o componentes. Nos interesa conocer en particular cuáles de esos componentes son los responsables de la repelencia y de la toxicidad contra mosquitos”, subrayó la doctora en Ciencias Biológicas. Y agregó: “Las plantas aromáticas que evaluamos en general son aptas para consumo humano (se usan como especias o saborizantes), pero el aceite es un concentrado, y es muy importante resaltar que la toxicidad de un producto depende de la dosis a la que se lo aplique, y no solo de su composición química: ‘la dosis hace al veneno’. Es por ello que, si bien hemos encontrado resultados alentadores, antes de recomendar su uso primero hacen falta otros estudios relacionados con pruebas de bioseguridad, como por ejemplo, confirmar que no causen irritaciones de la piel, entre otros efectos.”
Por otra parte, otro detalle a considerar es que las condiciones de cultivo de las plantas de las que se extraen los aceites esenciales y el método de extracción y elaboración pueden favorecer o no la presencia de los componentes activos que le dan el efecto repelente a los aceites. “Por esta razón, también es preciso evaluar también estos aspectos”, subrayó Gleiser.
Los repelentes e insecticidas naturales o sintéticos son herramientas muy útiles para la prevención de enfermedades transmitidas por mosquitos, pero no deben considerarse como la única respuesta, sino que primero se deberían tomar otras medidas para eliminar o controlar a los mosquitos, por ejemplo, eliminando los sitios donde puedan desarrollarse, destacó Gleiser. Y concluyó: “En el caso de Aedes aegypti, es fundamental continuar siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud tales como cambiar con frecuencia el agua de los floreros y lavarlos con esponja para eliminar los huevos que puedan quedar pegados a las paredes del frasco (cada 3 o 4 días), guardar bajo techo las cubiertas en desuso, sellar tanques, y no acumular botellas y recipientes que puedan contener agua.”
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