El Ing Agr (MSc) Gustavo N. Ferraris del INTA Pergamino presentó un trabajo sobre fertilización fosforada en cultivos extensivos, en el mismo se discuten experiencias en trigo, maíz y soja. En ellas, el análisis de fósforo en suelo fue un indicador válido para identificar situaciones de deficiencia, estando relacionado a la vez con la magnitud de respuesta a la fertilización y la dosis óptima económica. Sin embargo, en planteos de mediano plazo, las estrategias basadas en mantenimiento y/o reconstrucción del nutriente consiguen incrementar los rendimientos, el nivel de fósforo en suelo y la rentabilidad de una secuencia de cultivos.
Surgen como alternativa el empleo de aplicaciones en cobertura, nuevas fuentes y formas químicas de este elemento, así como el creciente uso de abonos orgánicos. Estos son una herramienta valiosa para mejorar diversos parámetros físicos y químicos, e incrementar los rendimientos como complemento de fuentes tradicionales.
El fósforo es uno de los 17 nutrientes considerados esenciales para el crecimiento y desarrollo de las plantas. Junto con el nitrógeno, potasio, azufre, calcio y magnesio conforman el grupo de macronutrientes por las cantidades requeridas y la frecuencia con que se encuentran en cantidades deficientes para los cultivos.
El objetivo del trabajo fue revisar los conocimientos actuales sobre fertilización fosforada y brindar recomendaciones para su manejo en cultivos extensivos, sobre la base experiencias realizadas en siembra directa en la región centro-norte de Buenos Aires.
En las conclusiones de lo investigado se destaca que el fósforo es un nutriente esencial con efecto sobre los rendimientos de todos los cultivos extensivos. Si bien se han ajustado variantes tecnológicas para maximizar el beneficio económico por fertilizar con este nutriente, queda claro que un manejo sustentable que considere lograr estabilidad en los rendimientos, requiere un doble abordaje, que considere no sólo la productividad actual de los cultivos sino también su dinámica y evolución en los suelos.
Esto implica que los resultados de un manejo nutricional deben calificarse a través del seguimiento de un proceso a lo largo del tiempo, monitoreando suelo, rendimiento y costos económicos y ambientales, más que la medición exhaustiva de una situación puntual.
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