El motivo no era otro que la transferencia de Papel Prensa, la única fábrica de papel para diarios del país, a manos de los tres diarios porteños, que implicaba una enorme distorsión en el mercado editorial. Debe recordarse que todos los diarios del país habían sido obligados, por un decreto de Onganía de 1969, a aportar durante varios años el 10% de sus compras de papel al exterior para un fondo destinado al proyecto de la fábrica. Los diarios se indignaron, y con razón, porque estaban obligados a pagarle a Papel Prensa “el papel más caro del mundo”. En esos años se castigaba la importación de ese insumo con un altísimo arancel del 70%, muy superior al de artículos suntuarios como el whisky.
Con esa protección del Estado, y otras (generosas reducciones impositivas y tarifarias), Papel Prensa se sentía autorizado a descargar contra los diarios “colegas” del interior una política de precios y de cupos que muy poco tenía que ver con la meneada “transparencia del mercado”, al obligarlos a pagar un precio abusivo en el país o a comprar en el exterior con una enorme carga arancelaria. Declarar de interés público la provisión de papel a los diarios es una medida de gobierno acertada, porque apunta a garantizar un trato igualitario en precio y condiciones de pago a todos los diarios del país, independientemente de sus dimensiones y ubicación geográfica.
Quienes se oponen a esta decisión por “intervencionista” y porque “distorsiona” el mercado, nada han dicho acerca de la intervención del gobierno militar en la transferencia de Papel Prensa a los tres diarios capitalinos, ni de las maniobras monopólicas que durante tantos años ejerció la empresa en forma abusiva en perjuicio de la mayoría de los diarios del país. También resulta positivo que el Congreso estudie y sancione el marco legal más adecuado, y que la justicia investigue la oscura historia de Papel Prensa, que recién ahora comienza a ser conocida por el gran público.
“Justicia para el interior” Por Sergio Flores Director periodístico de El Independiente (La Rioja).
Los diarios del interior del país, algunos más grandes que otros, hemos sido testigos del padecimiento que significa quedarse sin papel para imprimir las noticias que nuestros pueblos esperan leer cada mañana. Los motivos van desde el restringido cupo que se adjudicaba desde Papel Prensa a las difíciles condiciones de compra que se imponen, lo que significa un serio impedimento para estos medios provinciales.
Ser parte de la discriminación que significó comprar el papel a un precio diferenciado, muy superior respecto de los diarios accionistas de Papel Prensa, es sin duda un elemento determinante para apoyar la medida adoptada a principios de este año, cuando la Secretaría de Comercio equiparó el precio de manera igualitaria para todos. El Independiente apeló en enero de este año la decisión del juez Ernesto Luis Marinelli, que ordenó suspender la resolución Nº 1/2010 de la Secretaría de Comercio Interior, entendiendo que se trata de un acto que en forma actual lesiona y altera con arbitrariedad e ilegalidad manifiesta, derechos de este medio periodístico, y que están amparados por la Constitución nacional.
Desde entonces se acompañó este proceso que desembocó en un memorable mensaje de la presidenta Cristina Kirchner basado en una recopilación histórica, y que desconcertó a sus detractores al darle un cauce institucional al informe, porque serán los otros poderes del Estado los que tendrán que resolver respecto de lo ocurrido en el pasado (Justicia) y qué se hará en el futuro (este viernes ingresó al Congreso el proyecto que declara de interés público la producción de papel). Sin dudas que esto democratizará y dignificará el trabajo de miles de trabajadores de prensa que aman la profesión que eligieron y que renuevan así su compromiso de informar diariamente a cada una de sus comunidades. Es hora que la historia empiece a escribirla el pueblo argentino
Por Jorge Déboli, Director del Grupo Editor Informes de la Plata
Llevamos doscientos años como nación, y resulta un hecho evidente que la historia, la que se enseña en los colegios, la que se imprime en los libros, la que día a día nos cuentan los diarios tradicionales y queda impresa como verdad absoluta, desde siempre, la escriben los que ganan. Resulta asombroso que los oligopolios informativos continúen subestimando la inteligencia de los argentinos pretendiendo que lo que es bueno para ellos, ejercido por los demás, es inaceptable. Ya no como un sofisma, de los que los monopolios y sus voceros son afectos, sino a partir de su propia definición, los campeones de la defensa de la “Libertad de Prensa y de Información”, que controlan la producción del papel para diarios, admitieron sin cortapisas, que ellos mismos son los que controlan la palabra escrita; la que escriben en letras de molde y luego rebotan hasta el hartazgo en todos los medios audiovisuales de su propiedad, como la verdad revelada.
El tema de la producción y aprovisionamiento de papel, no es un tema que afecta sólo a los editores de diarios al verse obligados a restringir la compra de este insumo por su excesivo precio en relación a la escala económica de su medio, también es una cuestión que impacta y afecta a millones de argentinos que ven restringido su derecho a informarse, toda vez que el medio local está impedido de imprimir las páginas necesarias, y por ende los contenidos, donde los vecinos se expresan; reclaman a las autoridades; promocionan sus actividades culturales, sociales y deportivas, en suma, el diario local, es el medio de comunicación por excelencia, donde los vecinos se ven reflejados. Si bien los dos principales diarios editados en la Ciudad de Buenos, tienen una circulación minoritaria en el interior de nuestro país en una relación de uno a diez con respecto al medio local, estos, al estar restringidos en la compra de papel, al tener que priorizar la edición de contenidos locales, relegan la información del segmento provincial y nacional.
Sin embargo, cuando los medios locales salen a denunciar esto, los que hegemonizan la fabricación y distribución de papel, salen a justificarse diciendo que “es un problema de mercado, de eficiencia empresaria” y no de restricción de la libertad de información. La fabricación de papel para diarios, no es una mercancía que entra en esa categoría. El proyecto de Ley que envió el Ejecutivo al Congreso para que declare de interés público la elaboración de este insumo y para que dicte una norma que regule y garantice su distribución entre todos los diarios, resultará un paso determinante para que se comience a escribir otra historia.
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