El secretario de Comercio Interior de la Nación, Guillermo Moreno, presente en el lanzamiento, destacó la importancia de esa función para construir mercados genuinamente transparentes, capaces de autorregularse, en el marco del bien común y dentro de un modelo de desarrollo.
El anfiteatro del Mercado Central lucía colmado. Allí estaban los hombres y mujeres de todos los sectores de la producción de alimentos, junto a representantes de grandes exportadores como Cargill o el consorcio de frigoríficos ABC, de las cadenas de supermercados y también de las cámaras de criadores de pollos y cerdos, así como las que reúnen a los productores de frutihortícolas y de leche, aunque la presencia mas destacada fue la de Lucy de Cornelis, titular del Moviemiento Agropecuario Nacional y símbolo de la resistencia a las políticas neoliberales de los ´90.
En el estrado, bajo la frase “Esperamos 200 años para juntarnos”, se ponía en marcha el Consejo Argentino de Productores, que funcionará en ese megacentro de negocios, uno de los más importantes de América Latina, que abastece a más de once millones de personas, con un movimiento de 13 mil camiones por mes provenientes de todas las provincias argentinas y del exterior.
Su flamante titular, Ider Peretti, -presidente de la Sociedad Rural de la localidad de Morteros, Córdoba-, estuvo acompañado por el secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, el presidente del Mercado Central, Carlos Alberto Martínez, la Secretaria de Integración Nacional, María del Carmen Alarcón, y los demás integrantes del CAP.
“Uno prohija la transparencia de los mercados, -afirmó Moreno-, que no es otra cosa que esto, que los productores y los demandantes se encuentren, y sepan que hay un árbitro, el Estado, que es el que debe velar por el bien común y evitar que la balanza se incline hacia alguno de los lados. Porque es muy sencillo plantear la transparencia cuando en realidad se juntan el que tiene la capacidad de compra, la capacidad financiera, frente a la necesidad del otro, y desde ahí definir el sesgo de los precios. Lo difícil es plantearlo cuando se quiere igualar la capacidad de negociación de las dos partes, y el Estado tiene que lograr que esto suceda”.
Respecto del CAP, el secretario señaló que “cuando me acercaron la idea de que el Mercado Central se transformara también en el ámbito donde se gestionara la posibilidad de la oferta y la demanda entre las cadenas agroindustriales y agroalimenticias, y que lo articulara una organización de los mismos productores, me pareció que se trataba de una propuesta clave. Porque queremos que el mercado se autorregule, tanto en materia de precios como de abastecimiento del consumo interno y determinación de los saldos exportables. No hay comercio sin hombres libres, por eso acá se garantiza la libertad de todos los actores. Y cuanto más trabaje el Consejo, menos va a trabajar la secretaría de Comercio”.
El funcionario también saludó la presencia de los pesos pesados, las grandes cadenas de alimentación y los grandes exportadores: “Son las dos demandas que tiene todo productor, la interna y la externa”. Recalcó que el CAP no es una organización gremial ni compite con ninguna de las existentes y, comentando algunas situaciones ocurridas en los últimos meses –el acuerdo para la exportación de carnes, el tema del azúcar- mostró el rol que puede desempeñar para garantizar que los productores perciban un precio justo, se satisfaga la demanda interna, se exporte adecuadamente para ingresas divisas, y “se amortigüen los crujidos que se producen siempre que se plantea la distribución de la plata en el marco del bien común y dentro de un modelo de desarrollo”.
Constituida la mesa de dirección del Consejo, su primer gesto fue un homenaje a Lucy de Cornelis, líder del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha que en la década del noventa impidieron el remate de miles de hectáreas en distintas provincias. Visiblemente emocionada, Lucy se aferró al ramo de rosas y celebró la puesta en marcha de esta iniciativa que, dijo, “era algo que hacía falta, establecer este vínculo, cuyos frutos se van a ver en el tiempo”.
LOS GURÚES TOMAN CAFÉ AMARGO
Por estos días, los grandes medios se hacen eco de las quejas de los consumidores por la falta de azúcar. Consultan en general al Centro Azucarero, que explica el desabastecimiento de un modo algo difuso, sea por la sequía de fines de 2009, el aumento de la demanda a nivel familiar, y hasta por una cuestión pseudo-paranoica: el pasado jueves 13 de mayo, el secretario de esa entidad afirmó en Clarín que “influye la percepción de desabastecimiento, que hace que muchos cuando ven un paquete de azúcar se lo lleven”.
Pero parece que las cosas son más claras. Cada año, antes de la zafra, -que comienza a principios de junio- ya se conoce su rinde. En ese momento se hace el cálculo de lo que insumirá el consumo interno y el saldo exportable. La demanda interna se compone por el consumo familiar –que tiene menores fluctuaciones- y el de todas las industrias que utilizan el azúcar como una de sus materias primas. El año pasado, el Centro Azucarero –Blaquier, Ledesma y Tabacal concentran el grueso de la producción- consultó a sus gurúes económicos quienes, muy sueltos de cuerpo, sentenciaron que el país iba camino a una fuerte recesión, por ende la industria iba a comprar mucho menos. Así pues, decidieron exportar 600 millones de kilos, sobre un total de 2.500 millones que se iban a producir.
Pero el país no se vino abajo, la industria mantuvo su actividad, las familias también pudieron comprar más –asignación universal por hijo mediante- y empezó a faltar el azúcar en las góndolas.
¿No será hora de cambiar los gurúes?, se preguntó Moreno dejando flotando la respuesta de un auditorio que lo aplaudió con vehemencia.
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