La apertura de seciones todos (oficialistas y opositores) fueron contentos, y casi sin que nadie se de cuenta «Pito» tomó el micrófono y hablo de la Argentina, el agua, cloacas, nitritos, nitratos, la oposición, el oficialismo, la infancia, la adolescencia, la juventud, la vejez, el infarto cardiaco, las colitis- entre otras cosas-
La hora marcaba las 23 y los muchachos (casi todos funcionarios, menos uno que entró porque pensó que era un velorio y había café gratis) se miraban desesperados. Como nadie quería romper el cerco y levantarse, había dos o tres que estaban a punto de mearse pero no aflojaban. Ser oficialista tiene su precio dijo el pavo… que estaba sentado en la segunda fila.
La cosa se puso espesa, y algunos a esta altura no sabían si se festejaba el regreso del General, la reapertura de la democracia o el fin del menemismo (con perdón del Monje Rojo riojano de la primer hora).
El Pirincho que se quedó en el pasillo y se durmió y mientras se discurseaba soñaba con un pueblo llamado «Pitolandia» donde todo era per- fecto, y para encontrar algo malo había que martillarse un dedo. (continuara)
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