Con el peso de su trayectoria, se permite jugar con independencia de unos y otros. Con su estilo único, y en exclusiva para La Capital, explicó su fórmula. Les recomienda a los periodistas jóvenes “mantener el decoro ante la presión de las empresas donde trabajan” y se lamenta porque “los periodistas de Clarín quedaron atrapados en el mundo de negocios en el que el multimedio se metió y no sabe cómo salir”.
—Justo en un tiempo dónde las posiciones periodísticas parecen embretarse, a favor o en contra, usted encontró una fórmula para jugar fuerte, con independencia, entre apoyos y rechazos al gobierno nacional, según los temas, y también respecto de la oposición, ¿cuál es la fórmula? —¿Mi fórmula?, ¡qué sé yo! Un poco de fortuna, manejo personal, fidelidad conmigo mismo; pero quisiera evitar el autoelogio. Hoy he quedado en una posición más cercana al gobierno pero con una larga lista de elementos críticos de lo que considero excesos del kirchnerismo. De todos modos, la actitud desintegradora de buena parte de la oposición; la manipulación del periodismo, que tan caro les está costando; el clima exasperado que se propone una oposición casi viciosa, me va dejando con una sensación de frustración frente a lo que pasa.
—A propósito de la fuerte tensión que se desarrolla entre el gobierno nacional y el megagrupo mediático Clarín, ¿los periodistas vivimos una maldición o una oportunidad? —Una maldición, porque una cantidad importante de periodistas valiosos ha quedado atrapada en ese mundo de negocios en que se metió Clarín hace unos años, y que ya no sabe cómo salir. Los periodistas de Clarín, lamentablemente, están siendo utilizados como un ejército fuera de todo lucimiento que tenga que ver con la ética periodística.
—¿Por qué cree que profesionales con trayectoria aceptan actuar como soldados de ese ejército? —Por los errores cometidos, porque se han dejado usar, por lo que han dejado pasar, ya les resulta demasiado para corregir. Entonces, ahora sólo les queda ir por más, y tratar de teñirnos a todos los periodistas de esa actitud decadente, porque de lo contrario se nota demasiado lo que ellos están haciendo. Cualquier medio periodístico donde los negocios dominan ante la actividad periodística en sí misma termina arruinándole la vida y la credibilidad a sus periodistas.
—¿Qué le diría a un periodista joven inmerso en una empresa periodística empeñada en peleas económicas y políticas? —Que siempre hay márgenes de decoro. Como fue durante la dictadura militar, que hubo quienes mantuvieron cierta prudencia y no se sumaron a las campañas del medio. Por supuesto que nadie exige que el periodista luche contra el medio donde trabaja. Toda esta etapa será leída en el tiempo. El periodista de 25 años de hoy debe saber que está construyendo su más valioso capital: su credibilidad, su personalidad; aquello con lo que va a llegar a los 50 o 60 años, para bien o para mal. El periodista joven tiene que saber que no encontrará empresas donde le permitan toda la libertad del mundo: la clave es construir una trayectoria.
—Con su apoyo militante a la ley medios y al fútbol para todos, varios comunicadores reconocidos salieron a criticarlo por su presunto kirchnerismo, ¿cómo lo toma? —Yo apuesto al tiempo, que será un buen juez de los comportamientos. Y me siento absolutamente independiente en mis criterios. Sé que hay polémicas sobre mi persona, pero no les doy ninguna importancia. Amplios sectores de la sociedad argentina han entrado en el juego del odio al gobierno, de las posiciones extremas, pero yo digo que tenemos que —como decía Mario Benedetti— defender la alegría con total libertad de conciencia. Así que ni siquiera tomo nota de ciertas infamias que aparecen en internet; pido que ni me las cuenten.
—El 9 de marzo pasado usted protagonizó un episodio muy comentado en un cruce con el periodista Luis Majul en el Congreso de la Nación. ¿Qué pasó aquel día? —Fopea (Foro del Periodismo Argentino) me invitó a participar en un panel sobre investigación periodística en el auditorio del anexo de Congreso de la Nación. Por insistentes llamados de Luis Majul acepté ir, aun cuando era en el horario de mi programa de radio. Pero cuando llegué me encontré con que el panel giraba en torno al libro “El dueño”, escrito por Majul. Creo que es un muchacho trabajador, que trata de hacerse querer por todos, pero al que no ubico como un periodista de los más prestigiosos. El libro acopia comentarios más bien ya conocidos, pero el planteo de la convocatoria era la “investigación periodística”.
—¿Fue a una cosa y se encontró con otra? —Desde ya. Además, “El dueño” refiere a un diputado nacional —Néstor Kirchner—, estábamos en el Congreso, y otra diputada nacional (Silvana Giudici, vocera principal contra la nueva ley de medios) era miembro del panel. Por lo tanto había un claro sentido político del acto en el que yo no me sentí a gusto. Esa es la verdad. De todos modos, todo lo que hice fue dar mi parecer: que “El dueño” no alcanza la estatura de investigación periodística. Eso fue todo. —La nueva ley de medios viene con la intención de cambiar reglas de juego en la comunicación, sin embargo, se está empantanando en la Justicia. ¿Cómo ve ese proceso? —Veo que ahora será la Corte Suprema de Justicia la que tendrá que decir dónde estamos parados con la ley, y si se aplicará o no. Esto viene precedido de una tremenda lucha de mucha gente, pero la capacidad de lobby empresario es muy fuerte; lo que está en juego, también, y el entreguismo de amplios sectores de la oposición política es penoso.
—¿Cómo está viendo el desarrollo de la experiencia “Fútbol para todos”? —Tiene distintos aspectos. Por un lado, perdura cierta protección hacia quien les facilitó el negocio, que es Julio Grondona; pero, por el otro, hay ganadores claros, como los clubes, que están cobrando más del doble de lo que cobraban antes —se terminó esa estafa—, y el público. Fíjese que un partido como Boca-River tuvo 25 millones de argentinos habilitados a mirarlo gratis cuando antes había sólo 1,2 millón de aparatos codificados que esquilmaban a los usuarios. Por lo demás, el “Fútbol para todos” tiene un camino por recorrer en materia publicitaria, que sin bien acuerdo con el criterio de publicidad oficial, entiendo que debería tratarse de campañas estatales y no de apoyo al gobierno. l
(Diario La Capital de Rosario Santa Fé)
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