Aliviados, los productores esperan ahora la cosecha –todos vaticinan que será récord- para recuperar sus cuentas y refinanciarse, aunque ya muestran su preocupación por la cantidad de agua caída. En el corazón sojero de la provincia, casi todos los lotes disponibles fueron implantados con soja de primera, luego de que la sequía y las heladas tardías malograran la campaña de trigo para quien se animó a invertir en el grano, y hay también una muy buena cobertura de maíz.
El agua no pudo haber llegado en un mejor momento, recuperando los perfiles hídricos del suelo y superando el “estrés hídrico” generado por los meses de lluvias intermitentes.
“Poco a poco estamos volviendo a la normalidad, la soja se sembró todo lo que se pudo”, indicó Roberto Campi, dirigente rural de Pergamino, quien estimó que “él ánimo del productor está mucho mejor, hay muchas ganas de hacer cosas”.
El dirigente destacó que la relación insumo/producto “es muy buena”, ya que los precios de los insumos se han estabilizado en los últimos meses, luego de algunos períodos de baja. Por su parte, Alberto Gallo Llorente, dirigente de 9 de Julio, señaló que “está casi toda la superficie sembrada con soja de primera, pero con un desarrollo menor debido a las bajas temperaturas de los primeros días, algo que no impactará demasiado en el rinde”.
El principal obstáculo que podría atentar contra el rinde esta campaña es la calidad de las semillas, afectadas por la sequía: “La mayoría de las partidas fueron malas, con un poder germinativo del 75 por ciento, probablemente un resabio de la sequía”, afirmó Gallo Llorente.
MEJORES ÁNIMOS Los dirigentes agropecuarios consultados reconocen que la finalización de la etapa de sequía impactó muy bien en el ánimo de los productores. Ignacio Azcueta, de la Sociedad Rural de Pehuajó, indicó que “este es un año completamente distinto al que pasó, desde noviembre vienen lloviendo todas las semanas, y en los lotes que no se hizo trigo por la sequía ya se cosechó soja de primera”.
Azcueta estimó que en su distrito se sembraron 250 mil hectáreas, más de la mitad de las disponibles, cuando aún restan algunas semanas más de siembra.
“La etapa vegetativa del cultivo está muy bien por las condiciones climáticas existentes”, destacó el dirigente de Pehuajó, al tiempo que explicó que “está todo jugado a la soja: el pueblo está parado hasta marzo, esperando que el productor pueda salir de la situación desesperante en la que se encuentra”.
En tanto, en Olavarría, la demora en la llegada de las lluvias hizo que el productor se volcara a la soja de segunda: “hay mucho optimismo por parte del productor”, dijo Julio Bucciarelli, productor autoconvocado, al tiempo que indicó que también problemas como la tucura “han menguado” gracias a las precipitaciones.
Los productores tienen todas las esperanzas puestas en la próxima campaña para volver a recapitalizarse tras un año de parate económico y pérdidas, pero aún hay incertidumbre respecto de los precios de la soja.
Las opiniones están divididas entre quienes creen que China sostendrá su política, manteniendo el precio en niveles superiores a los 900 pesos, y quienes evalúan que el reingreso de Sudamérica a los mercados obligará al cultivo a mantenerse cerca de los 800 pesos la tonelada.
En cuanto a la campaña en sí, especialistas estimaron que este año la superficie sembrada de soja aumentará un 20 por ciento, mientras que se cosechará un 30 por ciento más que el año pasado.
BANQUINAS Tampoco las banquinas fueron despreciadas este año a la hora de encarar la siembre de soja: durante kilómetros se pueden apreciar en las rutas bonaerenses sembradíos de soja al costado de los caminos. El fenómeno, que se inició hace cinco años, fue impulsado por los municipios, quienes licitan los tramos de las rutas provinciales, y aunque parezca una nimiedad, da muy buenos resultados: “se trata de tierras vírgenes, que nunca fueron explotadas y que por ello dan rindes excelentes”, indicó Gallo Llorente.
Generalmente, para obtener el permiso de sembrar las banquinas se debe ofrecer una cierta cantidad de quintales al municipio, o colaborar con entidades de bien público, como los Bomberos Voluntarios o cooperadoras de hospitales.
DOS EXTREMOS A pesar de la mejora en los índices de precipitaciones, el sudoeste bonaerense sigue sin recuperarse. Las tan preciadas lluvias siguen esquivas en la región, que afronta un proceso de desertificación que amenaza con modificar las características productivas de la zona.
En cambio, en el norte bonaerense la situación es completamente diferente: allí los productores ya piden que cesen las lluvias. Oscar Moncho, titular de la Asociación de Productores Agropecuarios de Carmen de Areco (Apaca), señaló que “estamos complicados porque hay campos en los que el agua no sale fácilmente”.
“Hay campos que deberán ser resembrados por el avance del agua, lo que generará en el futuro una pérdida de 500 kilos por hectárea de productividad por el retraso en la siembra”, señaló el dirigente. (DIB)
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