Según los profesionales, es una enfermedad muy difícil de controlar y sobre todo de curar y la mejor alternativa sanitaria es, como siempre, evitar el contagio, tanto en perros como en las personas.
Se trata de una de las zoonosis emergentes de estos últimos años en nuestro país, cuyo vector se diseminó desde el nordeste de Brasil hacia el sur del Continente. El primer foco argentino fue descubierto en 2006 en la provincia de Misiones, pero ya se han detectado nuevos casos caninos en las provincias de Santa Fe, Chaco y Entre Ríos.
En cuanto a la provincia de Buenos Aires, aún no se detectaron casos autóctonos, aunque se recomienda mantener un patio ordenado y limpio, ya que el insecto se cría en sectores húmedos ricos en materia orgánica, y por supuesto evitar que los perros viajen a zonas endémicas.
En este sentido, Oscar Salomón, experto del Ministerio de Salud de la Nación destacó la virulencia de la cepa sudamericana del protozoario en comparación con Europa, entre el 6 y 10 por ciento de mortalidad y sin tratamiento más del 95 por ciento de letalidad en humanos. (DIB)
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