La nutrición en soja integra la provisión de nitrógeno (N) por fijación biológica (FBN), y el aporte de fósforo (P) y azufre (S) agregados al suelo, por lo general al momento de la siembra. En los últimos años, se ha experimentado la aspersión de micronutrientes, formas fácilmente asimilables de macronutrientes y moléculas orgánicas por vía foliar, para estimular el crecimiento de las plantas y complementar la estrategia de base, con la finalidad de obtener mayores rendimientos o una mejor calidad del producto cosechado. Por lo general, los fertilizantes foliares se aplican de manera conjunta con agroquímicos defensivos para la protección del cultivo, siempre que las formulaciones resulten compatibles.
En el cultivo de soja, la respuesta a la fertilización foliar ha sido evaluada en dos momentos principales. Uno de ellos es a finales del periodo vegetativo (V5 a V7), con el objetivo de mejorar el crecimiento de la planta antes de iniciar el período crítico, una vez alcanzados niveles aceptables de cobertura que permitan interceptar la solución asperjada. Este estado coincide con las aplicaciones de repaso del herbicida glifosato, destinadas a realizar un control final antes del cierre del cultivo.
El otro estado de evaluación es el inicio de formación de vainas (R3). El interés de esta segunda ventana de aplicación reside en incrementar la tasa de crecimiento en el período crítico, mejorando así no sólo la captura de recursos sino también su eficiencia de conversión en biomasa y grano. La conveniencia de uno u otro estado de aplicación dependerá del nutriente evaluado, las condiciones ambientales y del cultivo al momento de las aplicaciones y del proceso productivo que esté limitando la producción i.e. intercepción de radiación, número de vainas y granos logrados o peso de los granos.
Si bien se han realizado numerosas experiencias evaluando la respuesta agronómica al agregado de nutrientes por vía foliar, el proceso es muy dinámico ya que las fuentes fertilizantes son continuamente mejoradas y se producen cambios en el sistema productivo, por lo que la práctica requiere ser periódicamente evaluada.
Objetivos
El objetivo de esta experiencia fue evaluar el efecto sobre el control de malezas y el rendimiento y sus componentes, de nuevas estrategias de nutrición y control de malezas en soja. Hipotetizamos que el agregado de activadores de glifosato en estrategias integrales con el uso de fertilizantes foliares permiten mejorar el control e incrementar el número y/o peso de los granos, y con ello el rendimiento del cultivo.
Conclusiones
La ausencia de control de malezas provocó disminuciones severas en los rendimientos por competencia de las malezas, que fueron suprimidas por la aplicación de glifosato. Si bien el control de malezas fue satisfactorio para todos los tratamientos, alcanzó el máximo con la utilización conjunta de Basfoliar Herbiplus + Glifotex a la dosis de 500 y 1000 ml ha-1.
Se determinaron diferencias significativas en los rendimientos, siguiendo la tendencia Glifosato + activadores + fertilizantes foliares > Glifosato + activadores > Glifosato > Testigo. El tratamiento de máxima reunió la aplicación de Glifosato, Herbiplus y Mn-Zn (T7), incrementando los rendimientos en 337,5 kg ha-1 (11,5 %) con relación a Glifosato como único sistema (T2). Otro tratamientos destacado incluyó Nitrofoska Foliar PS + Fetrilon Combi + Basfoliar Mg Buffer + Exp 121D (T9), con incrementos de 287,6 (9,8 %) con relación a T2, y sin deferencias estadísticas con T7.
El ensayo fue afectado por sequía. Aunque ello no impidió identificar tratamientos de comportamiento superior, los resultados deben ser analizados considerando esta peculiar condición climática. Los estudios destinados a evaluar la eficacia de estas novedosas estrategias de fertilización y control deberán ampliarse, incluyendo otras regiones y un ambiente de cultivo más favorable y cercano a la media habitual de la Región Pampeana Argentina.
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