La aplicación de tecnología de punta para la mejora de los rindes, sumado al predominio indiscutible de la soja en gran parte de la provincia de Buenos Aires y la falta de inversión en obras públicas para pequeños distritos, hacen que cada vez más familias opten por mudarse a las ciudades cercanas.
Otra de las causas que genera este éxodo es la irrupción dentro del escenario productivo de pooles de siembra foráneos y contratistas locales, quienes arrendaron grandes cantidades de tierras desplazando al productor "genuino", que pasó a constituirse en un rentista y quedó fuera del circuito productivo.
Esta situación está respaldada con datos concretos: según los números preliminares del Censo Nacional Agrope- cuario, la concentración de tierras en la provincia de Buenos Aires aumentó un 10 por ciento; pasó de un promedio de 500 hectáreas en 2002 a 547 en la actualidad.
"En la actualidad, los campos que cierran son absorbidos por grandes grupos", indicó Roberto Campi, presidente de la Sociedad Rural de Pergamino, ciudad sojera por excelencia, en donde el 70 por ciento de las tierras productivas están arrendadas a terceros.
En Colón el fenómeno es parecido y la población rural apenas excede las mil personas en su mayoría hombres. Las muestras son las Colonias Pellegrini y San Martín entre otras. Además arboledas solitarias donde antes había casas y molinos rotos. El panorama sigue con escuelas abandonadas en ruinas, y pueblos que se extinguen como Sarasa.
Pero el despoblamiento de las pequeñas ciudades deja otras marcas: escuelas rurales con sólo tres o cuatro alumnos, comercios que se ven obligados a cerrar y transportes con frecuencias cada vez más escasas. En este sentido, Agustín Macías, productor de Azul, manifestó que "en la dinámica de los pueblos, la desaparición del pequeño productor y la irrupción de las grandes empresas perjudica a los comercios, ya que se abastecen poco y nada de insumos y servicios locales: los pooles no pasan por la agronomía, vienen con sus propias herramientas y dejan sin trabajo a los contratistas".
Por su parte, Alberto Gallo Llorente, de la Rural de 9 de Julio, indicó que "cada vez hay menos gente viviendo en las zonas rurales, encontrar una familia con sus hijos en la zona rural es poco frecuente. Casi todos se van a la ciudad porque el tipo de agricultura que se practica no hace necesario una presencia permanente en el lugar".
Es que las nuevas técnicas y la aplicación de tecnologías más modernas, sumado al predominio de un cultivo que no necesita tanta atención como la soja, hace cada vez más fácil vivir en la ciudad y "atender" las plantaciones sin problemas.
En este sentido, Pablo Cor- nago, autoconvocado de Pringles, afirmó que "cuanto más agricultura y menos ganadería se produce, hay menos gente en los campos. La sojización es la culpable de que, entre otras cosas, baje la matrícula en las escuelas rurales".
Los pooles y la sequia El gran impulso que tuvo la actividad agropecuaria tras 2002 atrajo al negocio a grupos económicos y financieros que vieron en la explotación de la tierra una nueva alternativa de inversión.
Estos sectores, conocidos comúnmente como "pooles" de siembra, se dedicaron al arriendo de grandes extensiones de tierra para la producción de diversos tipos de cereales, pero cuando la "burbuja" de los commodities alimenticios explotó y la sequía arreció con gran parte del territorio, se fueron retirando lentamente.
Esto generó un problema para los dueños de la tierra, quienes se encontraron con poca oferta para el arriendo y totalmente retrasados tecnológicamente en caso de querer volver a la actividad. "Estos grupos vienen exclusivamente por el negocio, pero la sequía, la baja en los precios y el aumento de los insumos los ha hecho retroceder, y ahora se están retirando", señaló Abel Gar- mendia, presidente de la Rural de Necochea.
El desarraigo en San Cayetano
San Cayetano, una localidad ubicada en el Sur de la Provincia de Buenos Aires, sufrió como pocas el efecto del desarraigo: de las 120 mil hectáreas de trigo que se sembraron allí históricamente, en la actualidad sólo se trabajan 50 mil. "Los pooles se retiraron del negocio y muchos campos quedaron sin arrendar", relató Sergio Melgarejo, ingeniero agrónomo y productor local, quien informó que allí sólo quedan "70 productores activos trabajando en el campo" y que hay "escuelas rurales con sólo tres alumnos" (DIB)
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