Laberínticos pasillos en los que hasta se podría perder un baquiano, superpoblación de puestos y, por sobre todas las cosas, un amplio abanico de ofertas a las que lisa y llanamente no hay con qué darles. Más allá del inconfundible tufillo a trucho, La Salada tiene los mejores precios, no sólo en el segmento de lo baratito sino, fundamentalmente, en el de los productos de calidad.
¿Calidad?, sí calidad. De hecho, alcanza con comparar un pantalón o una campera de primera marca para ver que prácticamente no existen diferencias entre lo que se venden en cualquier comercio habilitado y lo que se consigue en ese predio que echó raíces en el partido bonaerense de Lomas de Zamora y amenaza con extenderse.
En efecto, a los problemas financieros con los que vienen lidiando varios intendentes del interior bonaerense, se sumó ahora un nuevo y lacerante dolor de cabeza. Se trata de una veintena de sucursales -o saladitas- que ya comenzaron a desembarcar con la consecuente preocupación de los comerciantes que se sienten "invadidos".
Dicen que una cosa es lo que estas ferias generan en el Conurbano y otra, muy distinta, lo que pude ocurrir en el interior. Es por eso que ya comenzó a observarse una fuerte resistencia entre los comerciantes e industriales que temen por el cierre de negocios, la pérdida de puestos laborales y el eventual impacto negativo sobre comunidades azotadas por la crisis actual.
¿Hace falta recordar que a diferencia de los puesteros (o quienes los regentean) los comerciantes deben afrontar una pesada carga impositiva? Seguramente, no. Como así tampoco que infinidad de familias de clase media alta compran en las ferias, y que muchos comerciantes viajan en combis hasta el predio de Lomas para comprar en cantidad y revender luego en sus locales (conocida estrategia que ayuda a sumar porotos en esta época de vacas flacas).
Sucursal Junín
Las Saladitas -tal como se las conoce- ya llegaron a Junín y están próximas a desembarcar en Alberti y en 25 de Mayo. Otra ciudad que está en la hoja de ruta es Bragado, pero sus autoridades se pusieron a la defensiva y motorizaron una ordenanza que suspende por cuatro meses el arribo de esos empren- dimientos, mientras se les busca un marco normativo.
Esta nueva realidad preocupa particularmente al Corredor Productivo del Noreste Bonaerense (Codenoba) que nuclea a los distritos de Alberti, Pehuajó, Bragado, Rivadavia, 9 de Julio, Carlos Casares, Trenque Lauquen, General Viamonte e Hipólito Yrigoyen, cuyos jefes comunales tienen previsto abroquelarse para evitar "los efectos nocivos".
Las imputaciones que recaen sobre la feria, son las de siempre: se dice que comercializan productos de dudosa procedencia y legalidad, que incurren en evidentes maniobras de evasión, y que no crean fuentes de trabajo ya que la gente que moviliza la mercadería y atiende los puestos, es la misma y llega desde el Conurbano.
Para los feriantes es su única fuente de ingresos, ante la imposibilidad de acceder a un puesto de trabajo. Precisamente el desempleo, los bajos salarios, la caída del poder adquisitivo y las demás adversidades, que los sucesivos gobiernos no han logrado resolver, son los que abonan la tierra para el florecimiento de estas ferias.
Proliferan las Saladitas
Como un pulpo que se muestra en constante crecimiento, la feria La Salada se expande sin pausa. Y no sólo tiene sucursales o émulos en el Gran Buenos Aires, sino que también va encontrando su correlato en diversos barrios porteños e incluso amenaza con llegar al interior provincial, donde ya genera una preocupación entre comerciantes, empresarios e intendentes.
Por lo pronto se sabe que los desprendimientos llegaron a la ciudad de Buenos Aires, donde hay una decena de ferias bautizadas saladitas. La Salada de Lomas de Zamora, catalogada por la Unión Europea como "emblema" del comercio ilegal, surgió hace 16 años cuando un pequeño grupo de ciudadanos bolivianos se instaló a vender ropa importada y comida a la intemperie.
Desde entonces, no paró de crecer y hoy ocupa unas 20 hectáreas que albergan a unos 15 mil puestos de venta de ropa, calzados, discos, películas y equipos de música, entre muchos otros rubros. La mayoría de los puestos se distribuyen entre tres grandes zonas y otros están afuera, debajo de puestos armados con maderas y chapas, a lo largo de 15 cuadras a orillas del Riachuelo.
De acuerdo a información de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, en el Conurbano bonaerense -la tierra más fértil para la siembra de estos emprendimientos ilegales- hay 66 puestos a los que nutre La Salada. (Datos Hoy)
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