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06/08/2009
VENADO TUERTO

Conmoción en la región por una joven con alto grado de desnutrición


Una joven mujer llamada Lucrecia y que tiene 19 años, solamente pesa 21 kilos, padece de desnutrición crónica. Según la denuncia periodísticas de diarios venadenses nunca recibió la visita de una asistente social ni de un médico domiciliario...


Hace años que está postrada en una cama, come de lo que su madre consigue "ciru- jeando", la debilidad general casi no le permite moverse y, a pesar de todo, se permite pensar en el futuro y le pide al fotógrafo que le haga una copia de la toma "para hacer un cuadro".


La joven mujer no vive en los bolsones de pobreza del conurbano bonaerense, ni en los más de doscientos asentamientos del Gran Rosario.


Tampoco figura en los padrones de algunos "saqueadores de la política" en el chaco formoseño. Su precaria casa, se encuentra en el barrio Las Mojarras. Su almuerzo y cena puede ser mendrugo de pan con mate. Los familiares de Lucrecia cuentan que varias veces pidieron ayuda en el Municipio, pero que hasta ahora nadie se acercó a brindarles nada.


El caso aunque extremo está alejado de nuestra ciudad. No. En Colón existen decenas de personas que salen cuando la actividad se detiene, recogen basura, y muchas veces si hay pan u otro alimento se lo llevan.


Tampoco están ausentes del basural municipal. No hace falta hacer un estudio de campo para darnos cuenta que existen chicos que no se desarrollan como debieran (mentalmente y físicamente) porque le faltan proteínas de calidad a su alimentación

Algo huele mal


El caso de Lucrecia es extremo, pero hay en nuestra región miles de chicos que están mal alimentados, o deben asistir a lugares de caridad para poder alimentarse. En muchos casos los fines de semana son un largo ayudo que no tienen que ver con razones religiosas si no con una pobreza estructural que hace que muchos de estos niños sean los "desaparecidos" del futuro por no rendir lo que potencialmente pueden.


Desde distintos sectores de poder (gobierno, oposición, agropecuarios, industriales) se deshilacha en forma corporativa el futuro de todos los argentinos y en la localidad de Venado Tuerto, una mujer pesa 21 kilos.


Es solamente la punta del iceberg de un país desconocido, y profundo, donde los nuevos "yupis" de escritorio lustroso y programas de computación avanzados, no logran ubicar.


La localidad de Venado Tuerto esta situada en una región denominada "triángulo de oro" del país, en el corazón mismo de la Pampa Húmeda y es considerada centro de la producción agro-alimenticia del MERCOSUR.


El Ingeniero Parodi contaba , que tuvo la satisfacción de acompañar y ser auxiliar del sabio ruso Nicolás Vavilov, en su visita a nuestro país en el año 1927.


El científico ruso tenia gran deseo de recorrer la "Pampa Húmeda" considerada "Granero del Mundo".
Concluida su visita a nuestro país en la reunión de despedida, según el Ing. Parodi, el ruso Vavilov dijo que si Dios regresara a la tierra para instalar en ella el Paraíso Terrenal eligirá un lugar en la Republica Argentina entre la ciudades de Pergamino, Colón, Venado Tuerto y Rosario.


Son los únicos lugares en el mundo que se cultivan los dos principales cereales de la alimentación del hombre, el trigo y el maíz.


Esta ubicación de privilegio resulta muy favorable, en lo que respecta a sus vías de comunicación para la salida a los centros de consumo masivos, de las principales ciudades y puertos del país.


Ocupa un lugar clave en la economía nacional, ya que se producen gran parte de los principales productos agro- pecuarios de exportación y muchos ligados al consumo interno. Su clima templado y sus suelos fértiles, aptos para la agricultura y la ganadería han sido suficientes razones para el asentamiento de semilleros y empresas vinculadas al agro.


Tal vez una enseñanza sea la siguiente: los rusos cuando los alemanes avanzaban sobre lo que es ahora Moscú, no tenían alimentos y hervían la paja del trigo que rellenaban los sillones para llevar algo a sus estómagos.


Sin embargo en un galpón había miles de bolsas des semillas de trigo. No la tocaban, porque sabían que la paz llegaría y la simiente sería sembrada para dar de comer a las nuevas generaciones.
En el presente los argentinos comenzamos a comer nuestro propio futuro.



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