Es que el gaucho matrero recibió la factura de gas y para pagarla tuvo que vender tres gallinas, el gallo, dos patos, tres conejos, un cobayo y prendar la bicicleta.
"Es que la injusticia es grande" pensaba en su laberíntica cabeza y protestaba "solo tengo un calentador a kerosene y una salamandra adaptada al gas de red".
Luego de pagar la factura de gas en el rapipago del boliche "la Milanesa", nuestro héroe se dirigió a reclamar a la defensa del consumidor comunal, pero fue grande su sorpresa cuando en la cola se encontró con el contador municipal "Cacho", que se había dado sita por el mismo motivo.
El hombre de los números le confiaba a un compañero de ruta "si esto sigue así, me voy a tener que conseguir otro laburo entre las 10 de la noche y las cuatro de la mañana".
A su turno y por la presión del pueblo, el Defensor del Pueblo, salió a la calle y les leyó más de cien artículos dándoles la razón, pero al final del largo discurso dijo nada puedo hacer por ustedes vayan y paguen y también se puso en la cola para reclamar por el monto que le había llegado, mientas se confesaba "espero que la beca que tengo aumente porque de esta forma no se puede vivir"
(continuara).
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