El Director sigue leyendo por Internet las recomendaciones sanitarias y poniendo cara seria cuando las transmite a la prensa, y piensa si pusimos las manos en tanto lugares que será difícil que esto nos afecte, mientras depositaba en su lengua un chorro de alcohol con glicerina.
En tanto los políticos encerrados en la casa del Gran Cuñado, preparan las valijas para volver a la sociedad (¿y se le pedimos cadena perpetua?).
El primero en acomodar sus cosas fue el «Cenador» y Marcelito el marinerito. En total se llevaran tres baúles con boletas que le sobraron del acto electoral y una valija donde el «Cenador» puso dos docenas de empanadas, tres frascos de ajíes y tres salamines. Mientras el legislador hacía las valijas cantaba a capella la marcha radical, se ponía una levita y se peinaba el jopo como Irigoyen.
En tanto, Ricardo (el que juega a la mancha con los aviones en aeroparque) al verlo como hinchado, no desaprovechó la oportunidad (pidió licencia a la casa) y se ofreció para curarle el empacho, susurrando "es para la gilada que nos mira por TV".
Por su parte, Gerardo (el gran observador de sociedades) , Jorge "P (El último de los mohicanos) y Marcelo (El santiagueño) prepararon sus bártulos en un bolsa de plástico de un supermercado, donde solamente colocaron el libro "Un general en el laberinto" y cantando la marcha setentista de Palito, "Yo tengo fe", emprendieron la búsqueda de la puerta principal y donde a lo lejos vieron el tunel de Victor Sueyro con una luz brillante y un cartel luminoso con la leyenda se "Aceptan dirigentes y partidos políticos". (Continuará).
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