En la escalinata de la Municipalidad de Colón, días atrás, se encontraba llorando una nena de no más de ocho años. Una persona le preguntó que le pasaba y solamente dijo "le robaron la bicicleta a mi mama, que estaba estacionada en la vereda".
La progenitora había ido a denunciar el ilícito. Los casos se multiplican a lo largo y ancho de la ciudad, y muy de vez en cuando se encuentra algún cuadro desarmado.
También a veces se detiene a un menor que "levanta" los rodados. Sin embargo llama la atención que en una ciudad como la nuestra semejante cantidad de rodados se esfumen como por arte de magia.
¿No sería más fácil buscar los reducidores, y aquellos que la insertan nuevamente al mercado legal?. ¿Es tan difícil?.
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