La costumbre viene del servicio militar obligatorio cuando lo hacían levantar a las seis al cohete y por el gusto de madrugar.
Pero grande fue su sorpresa cuando una mañana llegó a las seis y pico a la legislatura local y las puertas estaban cerradas. El primero en llegar con cara de dormido fue un tal Bauer y lo siguieron dos secretarias, la tercera parece que es remolona y se queda pegada a la almohada.
Nuestro asesor estuvo como hasta las nueve sentado en el sillón y mirando de reojo a la puerta. La idea era presentarse ha sus futuros colegas pero ninguno apareció. Cuando el sol estaba en lo alto y sabía que el lomo le iba a picar cuando regresara a su casa se marchó a comer un puchero de papas que había dejado del día anterior. Al cruzar amplios pasillos sintió una conversación secreta, pero como las paredes oyen pudo recabar información.
El pelado le decía al cara de diablo (esta cada vez más parecido a Lucifer) que hay que raspar el fondo de lata. El Pirincho salió corriendo a buscar el diccionario con la palabra que escucho y que sonaba como deficets, no vaya a ser que lo agarren con más de un millón de ideas en contra.
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