Lugar barrio Mirador del Lago. 1.15 de la madrugada. La calle 53 y 7, estaba vacía. Nadie circulaba. El silencio era interrumpido por los ladridos de algún perro, o el paso en la ruta de un vehículo de gran porte. Se oye una frenada y gritos. Muy pronto, las discusiones se transforman en una descomunal gresca. Algunas luces de los departamentos se encienden. Los vecinos comienzan a salir de las edificaciones con sumo cuidado.
Mientras tanto la pelea sigue. Hay adultos que tratan de apartar a los contendientes. Los empujones se generalizan. Hay golpes y todo se hace muy confuso. Las siluetas casi no se distinguen. Es una masa humana y compacta que va de un sitio a otro. Pasan más de cinco minutos y se oye un grito de dolor. Un joven llamado Jonathan es trasladado al Hospital Municipal con una herida de arma blanca y que habría sido producida por una cuchilla.
La madre de Jonathan identifica al que «tiro la puñalada, como que sería un joven del barrio el cual se llamaría Sebastián». Un vecino del barrio que está a cincuenta metros de la pelea indica “todas las noches pasa lo mismo…no podemos vivir tranquilos”.
Se escuchan voces entre cortadas que el motivo de la trifulca habría sido que un auto atropelló a un perro y el dueño y el que conducía habrían comenzado el conflicto. Un cronista de Colón Doce sale del barrio Mirador del Lago, y ve llegar a un patrullero que avanza por calle Eva Perón entre 51 y 52 a una velocidad de paso de hombre.
El mismo trabajador de prensa se dirige a la Comisaría y avisa que existe una gresca de proporciones en el populoso barrio y que los efectivos no van a alcanzar apara calmar los ánimos El oficial de guardia del Edificio Comunal indica que “solamente hay cinco policías en servicio en ese momento para todo la ciudad…que quiere que haga…”.
En la Guardia del Hospital Municipal se recibe a Jonathan con una herida en el brazo. La madre grita y dice “me abrieron al pibe…me abrieron al pibe y rompieron el auto”. El cronista de Colón Doce le pregunta con que elemento lo cortaron, “con una cuchilla… con una cuchilla” y agrega “estaban borrachos y drogados, todos los que atacaron”.
Otro Hecho
Jueves a las 22 hs, se observa a dos chicos escapar y esconderse en un pórtico de una casa de boulevard 17 entre 48 y 49. Los menores están escapando y se tiran boca abajo. Por calle 49 viene un patrullero se detiene y observa. Los menores ( 12 a 13 años) no levantan la cabeza.
El patrullero arranca. Los chicos salen del escondite. El vehículo policial vuelve sobre sus pasos marcha atrás. Los chicos se dan cuenta de la maniobra y vuelven a esconderse. El patrullero permanece diez segundos y nuevamente avanza por calle 49. Los menores ahora salen y escapan corriendo.
A la medianoche suena la sirena de los Bomberos Voluntarios. El bañito de una casa en calle 47 y casi 17 se incendia. Los Bomberos Voluntarios y una auto de la patrulla urbana concurren. El matrimonio octogenario con ayuda de los vecinos sale de la casa y muy pronto en ese sector se vuelve a la normalidad.
A las 13 hs en la esquina de calle 53 y 20, se produce una pelea entre dos muchachotes que estarían algo ebrios. Un tercer miembro del grupo los separa y todo vuelve a la normalidad. La reflexión
Si es cierto lo que dijo el policía de guardia, cinco policías no alcanzan para vigilar a una ciudad que se agrandó y que “late” de noche. Estamos hablando de un jueves donde comienza la actividad del fin de semana.
Los habitué de los horarios de madrugada (sábado y domingo” indican que la ciudad se ha vuelto muy insegura. Hay muchas peleas de grupo, gente alcoholizada y picadas- entre otras cosas-
El termómetro lo marcan los sufridos remiseros. Muchos de ellos indican que el trabajo se pone muy difícil, sobre todo con adolescentes (mujeres y hombres) que regresan a sus casas en estado calamitoso y por el tránsito endiablado que existe entre las 4 y 7 de la mañana. Parece que la “conurbanizacion” de las costumbres llegó a nuestra ciudad para quedarse.
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