El primer llamado provino del barrio Rivadavia donde decían que había varios heridos. Al llegar abrió la puerta de la ambulancia y quedó atónito. Sus piernas se aflojaron, antes sus ojos pardos, había un número incontable de heridos y la sangre estaba hasta en los postes de luz.
Lo primero que atino a preguntar al médico de guardia que lo acompañaba ¿Donde están las vías de ferrocarril? ¿Dónde paró el tren? ¿Dónde quedó el colectivo que atropellaron?. En tanto cuatro la Policías Comunales intercambiaban mensajes sobre la goleada que había recibido Boca, resignados ante la superioridad numérica de los participantes de la riña de 50 a 1.
A nuestro asesor le temblaban las piernas, y al bajar del vehículo encontró un pedazo de pabellón de oreja y ahí nomás se desmayó. Al volver dijo que había visto la luz blanca y que en ella estaba el estanciero “Pichón” que escopeta en mano le gritaba “Ni los dientes me dejaron, criminales de cuerpo yacientes”.
Más asustado que motociclista sin casco, decidió volver y de este lado se encontró con una enfermera que le decía “lo que usted observó fue el resultado de una pelea entre vecinos”. El Pirincho sin responder pensó: “prefiero ser guardaespalda de Bin Laden que tener vecinos tan suaves y conciliadores”. (continuara).
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