Los sucesos se sucedieron muy compactados. Casi una hora después de comenzar la sesión y cuando sus ojos parpadeaban, escuchó un repimporoteo digno de la tira de Hijitus. Nuestro asesor, por si las moscas, sacó el cortito y se envolvió el saco en el brazo derecho y al grito de “no tiren que es a cuchillo” salió a los pasillos.
El susto que se llevó lo dejó inmovilizado. Antes su figura pasó una concejal volando, y un ex concejal de los “grosos” rebotando de pared en pared. La cosa estaba fuera de control. Una marea humana se movía de un lado a otro, y hasta un pavo perdió algunas plumas. En medio del pandemonium brazos, manos, piernas y olor a chivo, Jesús clamaba por la paz y a igual que hace dos mil años terminó peor que Barrabas.
El “Pirincho” ante el cariz que tomaban los acontecimientos dijo “Soldado que huye sirve para otra batalla” y enfiló las alpargatas bigotudas para la salida pensando “más que usar casco obligatorio, para las próximas elecciones se deberán comprar armaduras de las buenas”. (Continuara).
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