Sin querer se encontró con su amigo el “Rejucilo”, una leyenda en la estación San Marcelo, porque sobrevivió a la caída de un rayo, aunque el caballo que montaba quedó muerto y chamuscado.
Dicen que desde ese día cuando se le da la mano el accidentado uno recibe una descarga eléctrica, y hasta hubo algún “Autoconvoca- do” que trato de usarlo de boyero eléctrico, pero hubo un inconveniente, en una hora mató dos novillos de cuatrocientos kilos con sendas descargas.
Lo primero que se dieron cuenta es que el propietario del almacén por “orden superior”, sacó los pingüinos donde se servía el vino y los cambió por “cerditos” con la cara del “Cleto” mendocino. Hablando de aves sureñas, también formó parte de la mesa el «Pingüino empetrolado», gaucho que se ganó este apodo por su color de piel y por caminar bamboleándose.
En medio de la charla “El Pirincho” señaló que un médico de nuestra ciudad lo hizo caminar. Sus compañeros de “codo” se asombraron ¿Tuviste un accidente y quedaste paralítico? Al unísono preguntaron.
¡Ma´ que accidente! ¡Me operaron en el Hospital y cuando pase por ventanilla debí vender el auto Rambler para pagar la cuenta y desde allí ando caminando”.
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