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05/06/2008
Editorial

Aquella pampa gringa


El paro agropecuario debe llevarnos a reflexionar sobre el país que estamos construyendo. Uno de los problemas básicos que enfrentamos es cultural. La década menemista dejó a parte de la sociedad sin ejemplaridad...


En la década del cincuenta aquellos chacareros trabajaban su granja y las grandes explotaciones diversificaban su producción. En el presente las unidades productivas agropecuarias están despobladas. Rara paradoja. Las chacras (granjas) y las estancias, aunque no tiene la misma escala económica, trabajan aplicando la misma metodología.


Ya nadie cría gallinas, patos, ganzos y los chicos que van a la escuela de una ciudad que está en el medio de la pampa húmeda, nunca vieron como un pollito rompe el cascaron, ni escucharon cantar el gallo antes de tiempo, en una noche de niebla.
Tampoco nadie hace huertas. Las dos más grandes que existen pertenecen a una iglesia evangélica y a ciudadanos bolivianos.


En el mismo sentido, no se ven montes de frutales, nadie planta árboles para barrera natural. La última gran forestación la realizó Juan Domingo Perón.


La colonia Carlos Pellegrini nació de la mano del justicialismo y sirvió para repartir la renta agraria. Nadie puede dudar las decenas de comercios que florecieron de la mano de un mejor bienestar.


El espíritu de los gobernantes era asentar a la familia en el campo. Así nacieron localidades como Sarasa que contaron con un moderno edificio escolar, panadería, almacén, carnicería y hasta una fábrica láctea.
Hoy sus pocos habitantes ya casi no tienen fuerza para denunciar que calles del Estado Nacional y Provincial están cortadas y son usufructuadas por hacendados.


En el presente si recorremos la Colonia Carlos Pellegrini, podremos observar que según la época del año todo es uniformemente color verde o marrón claro, según la maduración de la soja. A veces aparecen árboles en círculos, con alguna planta de naranjo o durazno que delatan que hace años hubo una vivienda…una familia.


En estos tiempos, todos hablan del futuro y se usa la palabra patria y sus símbolos con ligereza. Sin embargo una extensión de cincuenta hectáreas se trabaja como una estancia de mil hectáreas. Nadie piensa en el futuro...nuestros hijos. Solo bastaría que nos informáramos los problemas de erosión hídrica que afecta nuestra región y como se está envenenando la tierra con algunos productos químicos.


También debemos decir que un granjero no es un estanciero. En muchos casos, lejos quedó el espíritu de aquellos chacareros que hicieron el Grito de Alcorta. Lejos quedó aquella pampa gringa de nuestros ancestros que hizo grande el país.


El partido de Colón tiene 100 mil hectáreas y 25 mil habitantes. Solo mil personas viven en la zona agraria y el ochenta por ciento son varones. Las localidades rurales como Sarasa, Pearsón o El Arbolito se extinguen. Los jóvenes emigran.


Los establecimientos escolares rurales fundados por toda la geografía de nuestro partido, cerraron sus puertas. Muchos de ellos son solo taperas. Si estudiamos la matrícula de las escuelas cercanas al casco urbano, nos daremos cuenta que la mayoría de los alumnos viven en barrios periféricos de nuestra ciudad o en la sección quintas. Ya no hay casi familias en las chacras. La patria somos todos y debemos pensarla entre todos, la bandera es de todos y nuestro futuro también.


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