En el Partido de Colón hubo una notoria diferencia entre los rendimientos de soja de primera y segunda.
En este sentido la soja de primera sobre las 45 mil hectáreas sembradas se cosecharon 150 mil toneladas y el promedio fue de 3700 kilos la hectárea. La jurisdicción tuvo distintos rindes según las precipitaciones que la favorecieron. En la zona de Pearsón el rinde fue menor debido a factores climáticos llegando entre 3000 y 3200 kilos la hectárea.
En tanto, que en la región de Sarasa que recibió más cantidad de agua de precipitaciones el rinde estuvo en los 4000 kilos y a igual que la zona de Arbolito.
En tanto en la soja de segunda sobre 20 mil hectáreas sembradas los rindes en promedio fueron de de 2200 kilos por cada unidad.
En la zona de Pearson la soja rindió 1800 kilos la hectárea y en Sarasa 2500 kilos.
Por último, los rindes en El Arbolito estuvieron en 2500 kilos la hectárea.
La soja de segunda se sembró en un 97 por ciento de las 20 mil hectáreas que en esta campaña se dedicaron al trigo.
La farinacea rindió 40 quintales la hectárea.
También un dato que no puede pasar desapercibido dado que el cultivo había prácticamente desaparecido en nuestra zona es la siembra de sorgo granífero. En el Partido se cultivaron 200 hectáreas por lo que este cereal tomó un nuevo envión. Por otro lado se sembraron 100 hectáreas de girasol, otro cultivo que estaba en franca merma.
Resto de la región
La disminución en rendimientos fue muy aceptable, aunque el efecto climático incidió de una manera muy divergente en distintas zonas. También hizo una profunda distinción entre las de primera siembra o de segunda ocupación, maltratando a estas últimas, como lo hiciera en las campañas 2005/06 y 2005/04.
En nuestra región la soja ha perdido entre un 3% y un 20% de su nivel productivo en comparación con el año anterior. Contrarrestó sólo hacia el Oeste y sur de Buenos Aires.
La merma productiva fue un típico efecto de "La Niña", efecto amortiguado por fenómenos climáticos regionales que modificaron los patrones de circulación atmosférica a partir de fines de enero. Esto contribuyó a limitar el impacto negativo en la productividad unitaria, que sólo recibió una baja de 3,2 puntos (2,87 TN/ha vs. 2,97 TN/ha).
El compromiso de la falta de agua en los perfiles que se observaba al 23 de enero, las favorables circulaciones atmosféricas locales de febrero y los posteriores pulsos de lluvias aleatorios de marzo deben entenderse en función de la etapa del cultivo a lo largo del país.
Entre las áreas que sufrieron fuerte la falta precipitaciones y sus efectos a través de la falta de crecimiento y desarrollo del cultivo se cuentan: el norte de Santa Fe y Entre Ríos; el noroeste, sur y suroeste de Buenos Aires, que se continúa con la negativa de las lluvias que sufría el sur de La Pampa.
El cultivo en la zona núcleo pudo contrarrestar la perdida de humedad con conopeos que cerraron el entresurco a tiempo, mayores tasas de crecimiento y contó con el vital elemento en las etapas de formación de los componentes del rinde.
Córdoba tuvo precipitaciones muy oportunas, y arroja valores muy estables de producción en torno de las 3 toneladas. El norte del país también ha tenido una campaña muy destacable. Rindes superiores a las 3 toneladas/ha lo aproximan a los referentes niveles de producción de las principales provincias productoras
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