Así lo admitieron a fuentes de la Dirección de Vialidad provincial y aclararon que este dato no contempla los casi 26 mil kilómetros de caminos de tierra que también dependen de la provincia. Retorcidos, oxidados, los carteles que todavía sobreviven en estos caminos polvorientos son verdaderas piezas de museo.
(DIB) Hasta poco antes de la crisis de 2001 el robo de carteles de tránsito era casi artesanal: con un par de herramientas, el interesado quitaba uno por uno los tornillos de los postes, se cargaba la chapa al hombro, y a pie o en bicicleta seguía su camino. El uso del metal variaba: se vendía por unos pocos pesos, se usaba para reforzar el techo de una vivienda precaria, podía integrarse a una colección extravagante, o –hay casos detectados- emplearse como “parche” para reparar autos de carrera.
La actividad se “profesio- nalizó” cuando por efecto de la devaluación del peso se incrementó el valor de los metales. Los carteles de tránsito –fabricados en aluminio- se convirtieron en un ambicionado botín que se vendía fácilmente en cualquier acopio del rubro. Por un kilo de aluminio hoy se pagan alrededor de 4 pesos.
Los robos constantes obligaron a cambiar el aluminio por chapa galvanizada, aunque los carteles siguen siendo negocio. Llaves y pinzas fueron reemplazadas por modernas motosierras. Ahora se cortan directamente los postes, y las chapas son apiladas en camionetas que llegan a recorrer cientos de kilómetros “levantando” carteles de las banquinas. Se calcula que para que una señal permanezca en su sitio se necesitarán en promedio dos reemplazos.
Sin recursos
La situación se repite en toda la provincia. Y si a esto se suma el magro presupuesto que el gobierno bonaerense destina a señalización, se explica por qué sobre un total de 10.650 kilómetros de rutas provinciales pavimentadas hay 8.000 kilómetros (el 75 por ciento) sin carteles y sin líneas demarcatorias. Así lo admitieron fuentes de la Dirección de Vialidad provincial y aclararon que este dato no contempla los casi 26 mil kilómetros de caminos de tierra que también dependen de la provincia. Retorcidos, oxidados, los carteles que todavía sobreviven en estos caminos polvorientos son verdaderas piezas de museo.
Gustavo Brambati, jefe de Seguridad Vial de Cesvi Argentina, explicó la importancia de las señales de tránsito. “Para el conductor es información fundamental porque le permite anticipar sus maniobras, especialmente de noche. Un cruce peligroso, una curva cerrada, es información muchas veces decisiva para evitar accidentes”.
Técnicos de Vialidad estiman que una señalización mínima de estos 8 mil kilómetros de rutas demandaría una inversión cercana a los 215 millones de pesos, entre señales verticales (cartelería) y horizontales (pintura sobre pavimento). Buscando paliar este y otros déficits, ese organismo provincial solicitó para este año un presupuesto total de 1000 millones de pesos.
La Ley de Presupuesto que, a pedido del gobierno de Daniel Scioli, votaron los legisladores bonaerenses en diciembre pasado le adjudicó a Vialidad 726.245.200 pesos, un monto similar al de 2007. Aunque sólo un 5 por ciento de ese total (36 millones) podrá usarse para señalización. Entre otras cosas. Porque con ese mínimo porcentaje deberán pagarse también durante todo el año obras menores como rellenos, bacheos, lu- minarias, parquización, con- troladores de semáforo.
Es decir, que aún destinando esos 36 millones sólo a señales de tránsito estarían faltando otros 179 millones para cubrir las necesidades mínimas de señalización que hacen falta en las rutas provinciales por las que a diario transitan miles de argentinos.
Roberto Moya, representante de Vialidad ante el Consejo Provincial de Seguridad Vial, indicó que las únicas rutas bonaerenses bien señalizadas son la 2 y la 11, ambas concesionadas. Es que –aunque no siempre lo hagan del modo ideal- las empresas concesionarias están obligadas por contrato a mantener la cartelería en condiciones. Para ello, cuentan con los millonarios ingresos que recaudan con el cobro de peajes.
El funcionario explicó que también las rutas 63 y 71 (esta última en el tramo Pinamar-Las Armas) cuentan con una correcta señalización: en ambos casos, los recursos provienen del peaje de la ruta 11.
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