En el sur de Santa Fe en el campamento armado cerca de un molino de agua preparándose para la cosecha de maíz, en una radio a pilas acomodada cerca de la puerta de la casilla, resuena la potente voz del relator Walter Hugo: “la lleva Riquelme…peligro de gol… pase en profundidad para Palacios…elude al arquero.. remata y gooooolllll- gooooooooool de Boca”. El comentarista Claudio Gi- glioni apunta “lo veníamos avisando el fondo de Rosario Central juega en línea y en cualquier momento el pase en profundidad de Riquelme los tomaba de sorpresa”.
Los ojos y el corazón de esos hinchas en el medio del campo ven, sienten y vibran a través del relator y el comentarista elegido. Es la magia de la radio que nunca muere. La escena se puede repetir en un taxi, la guardia de un Hospital, en la vivienda de un agricultor, en la cabina de un camionero o simplemente en la cocina de un ama de casa. En muchos de esos lugares no existe el codificado ni el canal de cable, a igual que en cientos de poblaciones que no superan los 500 habitantes y donde el criterio ultraeconomicista los deja de lado como aquellos trenes que nunca volvieron dejando como testigo las estaciones vacías.
Los grandes equipos de transmisión deportiva Los grandes equipos de transmisión deportiva parecen desaparecer de la mano de la modernidad, el avance de los partidos codificados y el criterio de los productores televisivos que piensan que la “vida” pasa por la pantalla de 24 pulgadas y que lo que no esta en esa pequeña “caja” no existe. Sin embargo fuera de ella hay un “mundo” y son muy amplios los sectores que en un país futbolero necesitan el servicio sin igual que presta la radio. El equipo de “Estadio 3”, reúne a casi 20 profesionales en distintas trasmisiones deportivas y su fuerte apuesta, los deja primero en una amplia región de sur de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y norte bonaerense. Un esfuerzo económico profesional, por el cual miles de oyentes que por cuestiones laborales, geográficas, económicas –entre otras- pueden acceder a la magia de escuchar un partido de fútbol, haciendo fuerza por su equipo favorito como si estuvieran en el estadio.
El trabajo
Para liderar la franja deportiva, se necesita un numeroso equipo de profesionales. Son las dos de la tarde, el operador técnico José María Baños llega al estadio de Rosario Central. Las cabinas 26 y 27 lucen completamente remozadas. Nuevas butacas, equipos de aire acondicionado, líneas telefónicas. En la valija de trabajo tiene la génesis de la transmisión que rápidamente comienza a desplegar. “Espero que salga todo bien» Es un equipo que trabaja coordinadamente y eso se nota en la cinco horas de transmisión. «Hoy tengo mayor labor porque es todo nuevo.» señala.
A las 14.10 hs, llega el relator uruguayo Walter Hugo, acompañado por el colonense Claudio Giglioni, el periodista especializado en Rosario Central, Marcelo Lamberti, y el vestuarista, Gonzalo Cal- vigioni. El relator oriental comienza a chequear la rutina, y sus colaboradores los distintos contactos que les de una “pista” de los jugadores y estrategia que usarán los Directores Técnicos de Rosario Central y Boca. Walter Hugo, con los primeros datos pega en un vidrio los carteles con las probables formaciones. Todo se che- quea y se evalúa.
El estadio parece más gigante que nunca porque está vacio. Solo algunos policías están desplegados por las tribunas. En la vereda comienzan a agolparse algunos hinchas tempraneros. Media hora después son miles que pugnan por que abran las puertas del estadio. Muy pronto se comienza a escuchar “abrí la puerta, la p que lo p…”. Lamberti pide que se use el sentido común y que no se deje amontonar a los hinchas. Los vestuaristas, handy en mano reciben las últimas instrucciones y van en busca de las notas con los jugadores. En el estudio de calle Bal- carce, el “Chipi” Blanco cubre las espaldas de todos los que están en el estadio y el maestro Julio De Cruz, recientemente premiado por la Municipalidad de Rosario, va desgranando la carpeta de publicidad.
Los datos
Los periodistas antes que nadie tienen la conformación de los equipos. Los celulares suenan repetidamente y “las fuentes” logran perforar la intimidad del vestuario. El partido comienza y se hace difícil mantener un dialogo, más de 40 mil personas saltan y gritan. Palermo queda solo frente al arquero y el relator uruguayo anticipa que es posición adelantada. La jugada se anula. El estadio es una caldera que recién reposa en el entretiempo. En el comentario de Claudio Gi- glioni, muchos plateistas con la radio en la mano se dan vuelta y asienten con sus cabezas a sus dichos.
Walter Hugo descansa y estudia la rutina. Avisa por línea privada las entradas y salidas de cada uno de los componentes del equipo, y comienza a relatar el segundo periodo. El aire acondicionado está a 19º y en la cabina hace frío. Los periodistas se apasionan y van describiendo cada jugada empujados por el duelo de las hinchadas. Para alguien que no esté debidamente “entrenado” sería imposible desgranar una oración completa.
El primer gol, es para Boca. El empate de Rosario Central llega al final. Luego de los festejos, el estadio queda vacio. Solo algunos hinchas dispersos por los pasillos comentan las acciones vividas. Sin embargo la transmisión sigue.
La figura del partido fue el “Kily” Gonzalez. Marcelo Lamberti de “Estadio 3” entrega el premio. Son las ocho de la noche. La transmisión termina. El equipo se reúne, el jefe los felicita por la labor y salen juntos del estadio. En el campamento conformado por tres maquinistas, el cocinero del grupo apaga la radio y comienza a comentar el partido como si lo hubieran visto, y se deleita por el pase de Riquelme y habla del gol de treinta metros del «Kily» Gonzalez.
Un pibe en la localidad de Villa Estela patea una pelota contra la pared y relata “la lleva Riquelme, peligro de gol…peligro de gol”. Los Fioravante, los Ardigo y los Muñoz hicieron palpitar a varias generaciones. La magia de la radio nunca muere y el corazón del hincha seguirá esperando para latir más fuerte hasta el próximo domingo.
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