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31/01/2008
Atahualpa Yupanqui

A cien años de su nacimiento en Pergamino colocaron una escultura


yupanqui (22k image)A cien años exactos de su nacimiento, los homenajes al gran Atahualpa Yupanqui se multiplican en le país: hoy colocaron en Pergamino, el distrito donde nació, la piedra fundamental de la escultura que lo recordará...


La obra, que fue encargada por el Instituto Cultural de la provincia, se erigirá en la esquina de España y Sarmiento, en el centro de Pergamino, a pocos kilómetros del rancho donde nació Atahualpa, que hoy está convertido en una tapera.


Se trata de una humilde construcción en Peña, partido de Pergamino, que según cuentan los lugareños primero perteneció a una estancia, pero luego quedó en una parte del terreno que fue vendido: así, fue ganada poco a poco por la desidia y hoy está cubierta de pastos.


Con todo, Yupanqui, cuyos restos descansan en Cerro Colorado, Córdoba, tendrá su monumento, construido por la Provincia a través del Instituto Cultural.


Héctor Roberto Chavero, conocido como Atahualpa Yupanqui, nació en Campo de la Cruz, Pergamino, el 31 de enero de 1908, hijo de una vasca y de un criollo, argentino de pura cepa.


A los 9 años viajó con su familia a Tucumán, provincia a la que volvió repetidas veces a lo largo de su vida, y a la cual lo une un profundo afecto.


En el terreno musical, describió este lugar como "el reino de las zambas más lindas de la tierra". Muchas canciones suyas han sido dedicadas al Tucumán o han evocado su gente y sus parajes: entre ellas la famosísima "Luna tucumana", "Nostalgias tucumanas", "Adiós Tucumán", "Zamba del grillo", "La tucumanita" y "La pobrecita".


Durante su adolescencia regresa a la provincia de Buenos Aires, a Junín.
A partir de los 18 años inició un peregrinaje constante, que lo llevó por varios lugares de nuestro país: la ciudad de Buenos Aires, Entre Ríos, el Uruguay, Santa fe, Rosario, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, La Rioja.


Autor de innumerables canciones y de varios libros de poemas y relatos, su obra alcanzó tal dimensión que resulta imposible, en el futuro, hablar de cultura americana sin recordarlo.


Consustanciado con las penas y alegrías de su pueblo, Yupanqui recorrió todos los caminos depositando su confianza y su generosidad en el hombre pata al suelo, el jornalero, el arriero, el peón. Encontró la muerte en Francia, el 23 de mayo de 1992.


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