Todo comenzó cuando una docena de jóvenes se tomaron a golpe de puños por cuestiones del momento. Avisada la policía concurrió al sitio de la descomunal gresca.
Los belicosos participantes pusieron pies en polvorosa y los agentes de Policía pudieron atrapar a dos de los peleadores que tenían 13 y 16 años.
Uno de los adolescente señalan los que pudieron observarlo parecía un contorsionista de circo y se resistía a subir al patrullero, pero cuando los fornidos agentes lograron hacerlo, el adolescente rompió los vidrios de una patada tratando de escabullirse.
Los policías habrían llevado a los revoltosos a la Estación Comunal donde en presencia de testigos civiles habrían continuado con los desmanes, incluso con rotura de otros elementos.
La presencia de la madre de los involucrados trajo sosiego a la disputa y la paz nuevamente reinó en el edificio de 51 y 18.
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