Nadie sabe a ciencia cierta cuánto durará el eco del veredicto final del juicio seguido a los policías del Comando de Patrullas, que en 2003 estuvieron detenidos 83 días, acusados de distintos delitos y finalmente fueron absueltos de culpa y cargo.
La Fiscalía de Juicio, durante la jornada de los alegatos, pidió la absolución inmediata del subcomisario Raúl Sánchez, el oficial inspector Miguel Paolini, el sargento Eduardo Ojeda, el agente Mauro Aguilar y el capitán Roberto Silva, imputados de los delitos de falsedad documental, apremios ilegales y violación de los deberes de funcionario público.
Días después, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 también absolvió a los suboficiales Duilio Patrone y Juan Héctor, acusados de vejaciones. La causa fue tomando fuerza con el paso del tiempo y llegó a conmocionar a diferentes sectores de la ciudad y la región porque Miguel Pao- lini, antes de ser detenido y procesado en esta causa, presentó una denuncia en la Fiscalía General que luego fue elevada a la Procuración de la Suprema Corte de Justicia bonaerense.
Paolini, que lideró una mega-investigación de piratería del asfalto, denunció "a un sector de la Justicia de entorpecer su trabajo" y acusó a "un abogado pergaminense, funcionarios del Juzgado de Garantías Nº 2 y de la Fiscalía Nº 2".
En ese documento el policía relató "las posibles conexiones que podrían existir entre abogados, funcionarios judiciales y delincuentes dedicados a «sacar» ganancias de la piratería del asfalto".
A pocas horas de haber sido absuelto por la Justicia, Paolini anticipó que "todo es muy reciente y todavía no nos sentamos a hablar qué camino tomaremos", al ser consultado sobre los pasos a seguir "Lo que sí puedo decir es que si hacemos algo, lo haremos todos juntos, los nueve policías que fuimos declarados prescindibles por esta causa y con un equipo de abogados de Pergamino y La Plata, con los que nos hemos manejado hasta el momento. Puede ser que esto siga muy largo o muy cortito", sostuvo un Miguel Paolini medido.
"No esperaba otra cosa"
El ex efectivo de la Policía de la provincia de Buenos Aires sostuvo : "Conozco a la Justicia de Pergamino y sé que trabaja bien. Siempre confié en ella y no esperaba otra cosa que no sea la absolución no solamente mía sino de todos ".
"Sé como trabajan los fiscales, los jueces, el interés que tienen de solucionar los problemas de la seguridad y tienen igual o más ganas ellos que la Policía, tengo conocimiento que hay fiscales que cuando están de turno trabajan desde las 7:00 hasta las 22:00 ó 23:00 y cuando no están de turno siguen poniéndole mucho empeño, capacidad y dedicación a las causas.
Están todo el tiempo sobre las investigaciones, mañana, tarde y noche", destacó Miguel Paolini. Y después señaló "como también sabemos quienes estuvieron detrás de todo esto, que gracias a Dios llegó a su fin hace pocos días, que tanto nos perjudicaron a mí como a ocho policías más".
Las secuelas en la vida
Las marcas en la existencia de una persona que fue sometida a un proceso judicial -como el de los policías- por delitos que no cometió son imborrables. "Tuve muchísimos problemas. Cuando me quedé sin trabajo conseguí un empleo informal de repartidor, en la calle todo el día y me cruzaba constantemente con personas que conocía y me conocían y que yo había metido presas. Sin el uniforme y sabiendo que no estaba más en la fuerza, me insultaban, me seguían y me desafiaron a pelear infinidad de veces, hasta que me acobardé y decidí irme de la ciudad", explicó
En diciembre de 2006, "hice una exposición en la Comisaría Segunda, detallé todo lo que me pasó y pasaba en ese momento, le puse el cartel de venta a mi casa y me fui, no podía asomarme a la puerta de mi casa, no era dueño de salir a cortar el césped porque pasaban los delincuentes y se paraban, me insultaban y me prepoteaban. Esa situación casi diaria me superó y me fui porque algún día podía responder".
"A partir de ahí otra vez a tratar de reacomodar mi vida, siempre con la premisa de mantener el equilibrio por todos los medios, con dos hijos pequeños y el más grande con tratamiento psicológico", expresó el ex policía.
La repercusión en los afectos
Preguntado cómo sigue la vida después de la inocencia comprobada y declarada. Miguel Paolini asegura que continúa "igual" o" mejor".
"Estoy un poco más tranquilo" y además "completamente superada esa etapa de bronca e impotencia". Aunque se muestra reticente a revelar las consecuencias de esta triste historia en la familia, por último el final de este proceso lo motiva: "En un momento estaba sin trabajo, me habían dejado prescindible y tenía a mi madre con una enfermedad cancerígena, operada, en un sanatorio de Rosario y a mi padre internado, en otro hospital, en terapia intensiva.
"Vos sabés que para un paciente oncológico el primer medicamento es el buen ánimo, no darle disgustos y amarguras. Y tener un hijo preso durante 83 días y sabiendo que eran todas mentiras es algo terrible".
"Porque ellos, mis viejos, sabían que yo y los demás policías detenidos éramos inocentes; porque a tu vieja, y a tu abogado, les decís la verdad. No hay forma de mentirle a tu mamá, para qué le vas a mentir si te mira a los ojos y sabe la verdad. Ellos siempre supieron que éramos inocentes y tener preso a tu hijo, 83 días, sabiendo que no tenía absolutamente nada que ver, le afectó muchísimo", contó.
Luego llegó el turno de hablar de los hijos y su esposa. En 2003 "mis hijos eran mucho mas chicos, pero el más grande fue el que lo sufrió muchísimo junto a mi esposa, su mamá. Cuando le preguntaba a la mamá por su papá, ella le decía que yo estaba trabajando, en la comisaría y era cierto yo estaba en ese lugar, pero no prestando servicio, estaba preso".
"Pero el problema para él era que el padre trabajaba mucho, siempre estaba mucho tiempo en la dependencia o en la calle, pero en este caso no iba ni a comer, ni a dormir. Por eso mi hijo me fue a ver apenas un par de veces en casi los tres meses que estuve detenido. Eso es un verdadero trauma". Miguel Paolini narró el panorama familiar cuando recuperó la libertad. "Después, cuando volví a casa y tenía que salir, el nene se me colgaba de los pantalones y llorando me pedía que no me fuera. Claro, su temor era que el padre no volviera, porque un día se fue y no volvió por 83 días porque quedó preso" y "por algo que nunca, jamás hizo".
En ese contexto íntimo, el ex efectivo enfatizó que "con la mudanza a otra ciudad pasa lo mismo, ninguno de los dos chiquitos termina de acostumbrarse a otro ámbito, otra escuela, otro jardín, otros amigos, otro hábitat, para ellos es como una aventura, una película y que en algún momento la pantalla se pone oscura y nos levantamos de la butaca y nos vamos", se lamentó.
"En fin, se nos acusó falsamente de tortura, pero eso fue lo que nosotros sufrimos verdaderamente el tiempo que estuvimos detenidos y los años posteriores", se quejó. Sobre su situación como policía dijo, casi con resignación: "La Ley de Prescindibilidad es tajante, es un hecho juzgado, son pocos los que han vuelto a la Policía", pero valoró que "siempre te sentís policía, es más, nunca lo dejé de sentir". (Fuente La Opinión)
|