(DIB) Aunque la justicia tiene sus razones para no apurar una adopción -basada en la convicción de que lo mejor para el niño es mantenerlo con la familia biológica-, los hechos indican que con las demoras judiciales actuales cada vez se realizan más “adopciones directas”, un mecanismo que permite a padres biológicos y adoptivos llegar a “un acuerdo” para entregar a los menores.
Sebastián y Jonathan tenían 7 y 9 años cuando dejaron el hogar de menores en que habían vivido los últimos seis años. Marta y Esteban habían intentado varios años sin éxito tener hijos propios y otros tantos esperando el llamado de un juez que les dijera que había un niño para ellos.
Cuando finalmente los llamaron no dudaron en aceptar a una pareja de hermanos con una historia difícil de maltrato y abandono, con la convicción de que con mucho amor finalmente saldrían adelante. Pasados casi tres años de la adopción quedaron atrás los problemas de aprendizaje, los llantos sin consuelo y el miedo al abandono.
Sin embargo, no todas las parejas inscriptas en el registro único de adoptantes de la provincia de Buenos Aires –que compila los datos de los 52 juzgados de menores bonaerenses- está dispuesta a aceptar niños de más de un año y mucho menos enfermos o grupos de hermanos. La mayoría busca adoptar bebés, recién nacidos o con pocos meses de vida y por esa razón prolifera el tráfico de bebés. Para intentar facilitar los trámites, funciona en la provincia el Registro Único de Adopción. Es la primera base de datos que tiene como meta evitar que los postulantes tengan que inscribirse en múltiples juzgados y permite que los organismos oficiales tengan «una lista segura de aspirantes». Hasta julio de 2007 había inscriptos en el registro 3.949 chicos y un promedio de inscripción mensual de 106 aspirantes o parejas de aspirantes. Entre enero y julio de 2007 en toda la provincia de Buenos Aires se dieron 210 guardas y adopciones.
Aunque desde el Poder Judicial son cautos a la hora de hablar de cifras, según las estimaciones de distintas ONG’s vinculadas al tema, la justicia demora en evaluar a los aspirantes porque aproximadamente el 30 por ciento de los adoptantes devuelven los chicos a corto o mediano plazo, a veces «hasta porque se hace pis en la cama» y ese es el argumento clave para fundamentar los años de demora que se toman antes de decidir una adopción.
Desde el registro de adop- tantes sostienen que los chicos adoptados “buscan sus orígenes con desesperación» y el Estado exige que se les diga a la verdad, aunque muchas veces no se cumple.
Espera Judicial
Como los tiempos de la justicia no coincidían con los de Diego y Yanina, decidieron no esperar más y “negociar” la entrega de un bebé recién nacido con su madre biológica en la provincia de Misiones, pero lejos de sentirse en falta con la ley, creen que a ese niño que crían desde dos días después de nacer “es lo mejor que les pudo ocurrir”.
Una especialista en el tema que trabaja en el registro de adoptantes, señaló que lamentablemente la adopción por entrega directa se ha convertido en muchísimos casos en una opción al alcance de todos los que están dispuestos a quebrar la ley. Y consideró que “esto sucede porque la adopción no es un trámite y los magistrados deben evaluar muy bien a qué familia otorgan un chico para cuidar su integridades”.
De todos modos, más allá de los cuidados lógicos que hay que extremar para ofrecer al niño una buena familia, no son pocos los que opinan que hay jueces que estiran sin sentido los trámites durante años.
«Puede ser cierto que a veces se entorpezca un poco la adopción, pero la prioridad siempre es intentar la revinculación familiar», dice la directora del Hospital Noel Sbarra, ex Casa Cuna de La Plata, Alicia Marini, cuya institución asiste a niños desde el nacimiento hasta los 3 años de edad con problemas de salud provocados por situaciones de violencia (abandono, maltrato, abuso, negligencias) o situaciones de alto riesgo social (desnutrición, SIDA, retraso en el desarrollo, etc.) que requieren internación. Marini indicó que lo que se advierte es que las adopciones clandestinas tienen un efecto devastador en el psiquismo del chico y esto tarde o temprano estalla, y ejemplifica que «si uno va a una provincia y paga mil pesos por su bebé, después durante toda la vida de ese niño hay que sostener que se pagó mil pesos por tenerlo».
La Asociación Vivir, estima que en la provincia de Buenos Aires hay 11 mil niños, niñas y adolescentes internados en instituciones, y aproximadamente el 60 por ciento de ellos están por causas asistenciales, «aparentemente, por cuestiones socioeconómicas», y refiere que «se está gastando a nivel estatal 3 mil pesos por mes por chico institucionalizado»
Además que casi el 100 por ciento podría egresar en la actualidad si el Estado trabajara con subsidios y apoyo a la familia biológica o con convocatoria a la comunidad. La presidente de la entidad Cecilia Medici sostiene que los chicos tienen que vivir en familias, biológicas, adoptivas o de guarda, «pero en familias, no en institutos». La adopción es un derecho reconocido en la Convención sobre los Derechos del Niño (artículo 21). Pero «el Poder Judicial bonaerense, sacando excepciones, tiene un concepto pro-Patronato. Esto significa que para los señores jueces el niño está bien, cuidado y en resguardo en un instituto. A lo mejor se tiene mucho más en cuenta la seguridad física y se pierde de vista la emocional, la psicológica y posteriormente la social».
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