En este sentido y con una encuesta segura en la mano, que nos daba a Cristiana de Kirchner con el 55 por ciento de la intención de votos, y a pesar de eso decíamos que subían las perspectivas de Oscar Sutich al tener la boleta únicamente opositora de Roberto Lavagna con un poco más de 30 por ciento de los sufragios. Ahora, la noticia sería que habría solamente dos candidatos en Colón que llevarían la boleta de Cristina. El tema central es que existen tres hombres hasta ahora anotados.
El jefe Comunal, Ricardo Casi no (FplV) y que va por la reelección, no hay dudas que llevará la boleta oficial, quedando en la contienda, Marcelo Villa y Gerardo Soria por el restante lugar.
Las perspectivas
Un cóctel en el que se mezclan reconocimientos de lealtades, niveles de intención de voto de los distintos aspirantes y temores de que las peleas internas terminen poniendo en peligro el triunfo oficialista en los municipios, llevaron en los últimos días al kirchnerismo a decidir acotar el número de candidatos a intendente que tendrán bendición oficial en las comunas bonaerenses.
La traducción de esta definición política es que la boleta presidencial de Cristina Kirchner estará en manos de unos pocos y que el resto de los aspirantes deberá acercar posiciones con los apoyados por la Casa Rosada o competir por fuera del paraguas K.
«No habrá más de dos boletas de Cristina, como mucho, por distrito», adelantaron dirigentes que están al tanto de cómo serán los armados locales. Incluso, aventuran que en varias comunas sólo se bendecirá un candidato.
¿Qué llevó al kirchnerismo a restringir sus ofertas locales que, en definitiva, podrían ayudar a sumar por distintas canastas a la candidatura presidencial de Cristina Kirchner, y en medio de un escenario que indica que en algunos distritos hay hasta siete dirigentes que quieren buscar la intendencia por el oficialismo?
En primera instancia, según señalan fuentes partidarias, la necesidad de no poner en riesgo la hegemonía en las comunas, más aún en una elección donde se eligen intendentes.
Es que con varios candidatos kirchneristas en carrera se dividiría fuertemente el voto oficial, con el consecuente peligro de que se «cuele» algún opositor y se quede con el municipio.
«Es el síndrome Tierra del Fuego», señalan quienes están al tanto de la decisión de limitar las candidaturas oficiales.
En aquella provincia había dos candidatos K que ocuparon buena parte de la campaña en denunciarse mutuamente. En medio de un proceso electoral fuertemente agresivo, sacó ventaja la candidata del ARI, a quien muy pocos tenían en cuenta y ahora se apresta a ejercer la gobernación.
En el campamento bonaerense oficialista se asegura que, si se dejara en carrera a todos aquellos candidatos a intendente que se dicen kirchneristas y encima con la boleta presidencial de Cristina y la de gobernador de Daniel Scioli, se podría abrir la puerta a que lo que sucedió en el confín del país se repita en varios distritos. (Datos Democracia)
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